No era cierto

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Miranda se despidió de Daniel con un beso en la cara, sin dejar de mirarlo a los ojos. Aquellos ojos que se alegraban de tenerla tan cerca en ese momento pero reflejaban el intenso dolor de saber que la estaba perdiendo para siempre. Miranda le dijo que aún podía contar con ella para lo que necesitase, que siempre que tuviera algún problema no dudara en pedirle ayuda. Daniel casi le implora que se volvieran a ver, que fueran a salir juntos, que si estaba segura de lo que hacía.

Ella sonrió y lo miró fijamente, pero no dijo nada. Volteó su cara y comenzó a caminar rumbo a la puerta. Daniel se deshacía por dentro con cada paso que ella daba, no podía creer que la estuviera viendo irse. Sentía unos impulsos tremendos de correr hacia donde estaba y obligarla a quedarse. No quería perderla, no podía. Ella se había convertido en lo más importante en su vida.

No pudo controlarlo más y comenzó a gritar desesperadamente su nombre. Quería ver su rostro nuevamente, una sonrisa, un gesto, un adiós, algo. Pero Miranda no miró hacia atrás. No podía, no quería hacerlo. Entonces Daniel en un último intento le gritó: -¡Escúchame Miranda, yo sé que esto no acaba aquí, tú vas a volver conmigo, te lo juro! Él sonrió con dolor y ella también, porque ambos sabían que eso no era cierto.







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Escribiendo-meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora