El ambiente había cambiado.Dentro del bosque, específicamente en el territorio de la manada, el clima había cambiado de forma drástica desde el incidente con la extranjera.
Anne, la nana del alfa, observó a través de la ventana de la habitación y notó cómo algunos lobos transportaban troncos de un lado al otro del patio del castillo.
La brisa entró a través de la ventana y ella respiró profundo, amando el aire puro que se respiraba en su hogar.
—¿Qué estarán construyendo?—se preguntó en voz alta y siguió observando.
Le gustaba disfrutar el tiempo libre al máximo, pues sabía que eran contadas las ocasiones en las que estaba así de desocupada.
Mientras ella siguió observando por la ventana, una figura delicada y femenina comenzó a despertar en la cama.
Deava comenzó a despertar de su largo sueño, como si de pronto su mente estuviera reaccionando después de haber estado apagada por mucho tiempo.
Al principio sintió un calor que le hizo desear seguir durmiendo; pero luego la temperatura fue elevándose hasta llegar a ser insoportable para ella, anunciándole que el día ya estaba avanzado en horas.
En cuánto comenzó a removerse sobre el colchón, Anne se dio cuenta de que estaba despertando.
—Niña, no te muevas tanto. Necesitamos estar seguros de que no estás herida.—indicó apresurándose a ayudarla.
Deava observó la habitación con asombro y con ayuda de la mujer logró sentarse sobre el colchón.
Los recuerdos de los últimos sucesos que vivió llegaron a ella con fuerza, haciéndola sobre saltarse un poco.
—¿Dónde estoy?—preguntó con voz ronca por el desuso.
Anne la miró asombrada.
—¡De verdad eres hermosa! ¡Con razón y enloqueció tanto!—sonrió con dulzura, negando con la cabeza. De un momento a otro su sonrisa se tornó triste. —Por un momento creí que te íbamos a perder, estuvimos preocupados por ti. Pasaste dos días inconsciente.—explicó y Deava la miró sin podérselo creer.
Sentía su cuerpo extraño... Cómo si de alguna manera estuviera un poco más ligero que antes.
Y despierta. Se sentía tan despierta... Una energía extraña se paseó bajo su piel, amenazando con electrocutar a cualquiera que tuviera contacto con ella.
Era algo nuevo y al mismo tiempo aterrador.
Siempre se había sentido débil, vulnerable... Ya no.
—¡Espera!—dijo de pronto cuando procesó las palabras de la mujer.—¿Quién estaba loco por mí? ¿Quién se preocupó?—preguntó pensando en el alfa, el hombre que había logrado ver justo antes de desmayarse.
Anne le sonrió con ternura y tardó un par de segundos observándola con deleite.
—Espero que puedas conocerlo luego.—dijo y volvió a suspirar. —Ahora debemos enfocarnos en ti... Nos diste un buen susto. Te atendí desde que llegaste a este lugar; estabas inconsciente y no entendíamos qué sucedía. Vinieron dos doctores a revisarte y llegaron a la misma conclusión... Estabas en alguna clase de sueño profundo del que no podíamos sacarte de ninguna manera... Estaba aterrada por ti.—confesó y posó su mirada en los pies de Deava.—Tus pies... No tengo idea de qué demonios le pasó a tus pies ese día. Cuando llegaste estaban goteando sangre, pero en un par de minutos (que fue lo que tardé en ir a la cocina y regresar con un paño húmedo tibio) habían sanado. Jamás vimos algo igual... Tus pies literalmente se curaron de un momento a otro.—le informó y Deava soltó una risa irónica para luego negar con la cabeza.
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ORÍGEN: Alfa Legítimo.
WerewolfElla está huyendo... Pero necesita protección y sólo un alfa puede dársela. ¿El problema? Una cosa monstruosa la persigue, haciéndole creer que no llegará con vida a pedir ayuda al Alfa... O ¿quizá sí? En un mundo donde entregará su libertad a camb...