CAPÍTULO CINCO: TRANSFORMARSE.

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—Disculpe, Sr... Es probable que sea mi olor.—dijo Damen con una sonrisa cordial. —Cómo entenderá, Deava ha estado caminando conmigo durante mucho rato e incluso nos sentamos en un banquillo. Mi naturaleza de alfa tiende a afectar a los miembros de la manada de distintas formas... Puede que en esta ocasión el olor de Deava se haya camuflajeado con el mío. —agregó rápidamente, pero Deava notó que su padre no se tragó mucho sus palabras.

El hombre se acercó preocupado a su hija y la olfateó de cerca, para luego sacudir la nariz en un gesto lobuno.

Miró a su esposa con seriedad y se encogió de hombros.

—Si es Deava, a pesar del olor del alfa; el olor de ella está ahí.... Aunque está casi oculto con el nuevo olor. —murmuró el hombre frunciendo el ceño. Su esposa lo observó dudosa, pero el hombre se apresuró a abrazar a su hija con ternura.

—Hemos estado tan preocupados por ti, cariño. Jamás en tu vida vuelvas a hacernos algo así.—exigió y le acarició las mejillas con ambas manos, en un gesto paternal que le conmovió el corazón a su hija; quien lloró al darse cuenta de que finalmente había logrado traer a sus padres a un lugar seguro.

Tanto esfuerzo valió la pena; si sus padres estaban bien, ella también.

Finalmente todo estaba cayendo en el lugar que correspondía.

Damen, que notó el silencio incómodo en el que se había sumido la madre de Deava, dio un paso al frente acercándose hacia la pareja.

—Soy Damen, el alfa de la manada.—dijo y extendió su mano hacia el padre de Deava.

Los dos padres le dieron una mirada extraña que Deava no se perdió.

En ese momento, Damen la miró a ella con una expresión que no supo descifrar... Pero que luego de unos segundos asumió que se trataba de que no hablara con nadie del trato al que habían llegado.

—Él es quien nos ha ayudado.—dijo ella, intentando ayudarlo a sentirse menos incómodo.

—Muchas gracias.—dijo su padre observando a Damen y su esposa asintió, secundando sus palabras.

—No se preocupen, es un placer.—respondió Damen y luego hizo una pequeña reverencia con elegancia. —Debo irme, pero en algunos minutos enviaré algunos presentes para ustedes. Espero que los demás miembros de la manada les den una bienvenida calurosa y que además puedan sentirse como en casa. No duden en hacerme saber si algo les incomoda o si necesitan ayuda con algo.—ofreció.

—Gracias.—respondió la pareja al unísono.

Damen le dio otra mirada significativa a Deava y luego emprendió su camino de regreso.

La morena y sus padres lo observaron atentos mientras se alejaba a paso lento.

—¡Qué bueno que ya estás con nosotros, cariño!—dijo su padre mirándola con dulzura.

—Sí. Excelente... Pero necesitamos que ahora mismo nos expliques por qué te escapaste y cómo demonios llegaste aquí.—soltó su madre con un tono de voz que demostró que no aceptaba lo contrario.

Una hora después, Deava vio a sus padres terminar su comida, mientras la observaban como si hubiese enloquecido.

—¡Eso no puede ser cierto!—exclamó su padre y Deva le dio los últimos dos bocados a su pan para luego asentir.Tragó.

—¡Te estoy diciendo que si, papi!... Ni siquiera sé qué sucedió después de eso. Sólo desperté en una habitación del castillo con una mujer que me explicó de forma resumida el funcionamiento de la manada y luego me llevó con el alfa.—explicó. —¿Y ustedes?, ¿Cómo supieron de mí, cómo llegaron hasta aquí?—preguntó y su madre tragó.

ORÍGEN: Alfa Legítimo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora