CAPÍTULO SIETE: OSCURIDAD.

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Deava despertó con menos ánimo que los días anteriores.

Observó el bosque a través de la ventana de su nueva habitación y luego suspiró al escuchar a su madre en la planta baja, agradeciéndole a los soldados de Damen por traer detalles para ellos.

Habían pasado dos días desde la última vez que vio a Damen. Dos días en los que, para bienaventuranza de su cordura, no había vuelto a escuchar ninguna voz ni ningún gruñido en su cabeza.

La segunda luna se acercaba de forma inminente, y aunque ella no estaba tan preocupada, no podía dejar de sentirse nerviosa al ver el comportamiento de los demás lobos.

Todos en la manada parecía estar trabajando por su llegada, pero en lugar de mostrarse emocionados por pasar una noche en familia, parecían ver a la segunda luna como si fuera alguna clase de maldición.

Ahora Diva no paraba de preguntarse si acaso era de esa manera; si acaso, ella estaba viendo algo bueno donde sólo había desdicha e infortunio.

A pesar de lo ocupados que estaban, Damen conseguía la forma de enviarle detalles cada día.

Y, aunque no lo habían vuelto a ver sus padres, ya habían notado que algo extraño estaba pasando entre su hija y el alfa de la manada.

Ya le habían indicado a Deava que les preocupaba recibir tantos detalles del alfa, y ella estaba muy nerviosa pues no sabía cómo decirle a sus padres que estaban saliendo... Si es que se le podía llamar de esa manera a lo que pasaba entre ellos dos.

Esto parece alguna clase de patrocinio, en lugar de una relación romántica, pensó Deava al tiempo que salía del baño después de asearse.

Bajó y, tal y como se lo había imaginado, encontró a su madre en la sala observando lo que parecía ser alguna clase de caja metálica.

—¿Qué es eso?—preguntó curiosa.

—El alfa lo envió para ti. Dice que es un baúl nuevo, para que guardes tus vestidos... Aunque, la parte más interesante, es que tiene muchos vestidos en el interior.—dijo su madre, poniéndose de pie.—¿Qué está pasando, hija? ¿Por qué siento que hay algo que no nos estás diciendo?—murmuró frunciendo el ceño.

Justo en ese instante su padre, que parecía estar escuchando la conversación entre ellas, entró en la sala y rodeó la cintura de su esposa con sus brazos.

—Qué bueno que finalmente está ocurriendo esta conversación, porque yo me pregunto lo mismo, cariño... ¿Qué está pasando? ¿Sabes que puedes contarnos todo, cierto?—

Deava asintió y sintió cómo el sonrojo cubrió sus mejillas.

Respiró profundo y miró a su padre a los ojos.

—El Alfa Damen me pidió que fuera su luna.—admitió sonrojada.

—¿Su Luna?—repitió su padre sonando incómodo con las palabras de su hija.

—Sí.—susurró Deava sintiéndose insegura al ver la actitud de su padre.

—¿Y cómo te sientes con eso?—cuestionó su madre con suspicacia.—¿Qué piensas responderle? ¿Te sientes cómoda con el afecto interés del alfa?—cuestionó evaluando la expresión en el rostro de su hija.

Deava miró a sus padres avergonzada y luego asintió.

—Le dije que sí.—murmuró y su madre dio un saltito, emocionada, lo cual sorprendió bastante a su hija pues su madre no era una persona muy efusiva.

—¿Estás contenta de verdad?—preguntó asombrada.

—¡Por supuesto!... Mi hija, una luna... ¡Mi hija la Luna de esta manada tan hermosa!—canturreó.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2023 ⏰

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