Meditación

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En el pueblo de Santa Cruz

son las fiestas de la patrona.


Los chiquillos, acompañados de sus padres

salen a corretear, jugar y bailar.


Los mozos del pueblo, en sus mejores galas se visten

para a las mas bellas amapolas poder cortejar.


Las mocitas, en vivos colores de flor y cielo se cubren

por buscar a un caballero e hidalgo con el que los días pasar.


Teatros, coros, vino y comida sin fin hay,

pero, ¿y el de allí?

Ese muchacho sentado en la plaza,

hipnotizado por la cascada de la fuente.


Ese es el grano de mostaza que moverá montañas,

que el trigo vino no bebe,

que las casas de bailes no se construyen,

que la justicia no nace de charlatanes y embaucadores.


Poco he visto llover

y aun así

bastante he podido ver.


No es si no a palos

como a vivir aprendí.

No es si no a lágrimas

como la realidad vi.


No culpéis al mundo

de lo que hacéis.

Mirad en un espejo

lo que en verdad sois.


Un canto que me cuenta

las faltas suena día sí,

día también.


No se trata de no disfrutar,

se trata de no dejarse embriagar.


Dando tumbos por ningún camino llegaréis.

De rodillas hasta el pan pediréis.

Con pan y circo os bastará

y en esclavos sin correa os llamaréis.


Despierta pueblo,

que tus manos al sol llegarán.

Adelante nación,

tan solo un corazón, sin banderas o signos.

Floreced pasiones,

guiad a los buenos pastores,

que convertirán a sus ovejas en leones.

Primeras poesíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora