Prólogo

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—Papá, papá ¿Me cuentas un cuento? — el pequeño miró a su padre con una sonrisa

Spreen se levantó de su asiento y se encaminó hasta la mesita dónde colocaba Ramón sus cuentos para dormir. Buscó entre estos uno apropiado, al final terminó tomando "Peter Pan"

—¿Te gusta este? — Ramón asintió aplaudiendo un poco

El mayor se sentó al borde de la camilla y empezó a leer el cuento, a veces miraba a su hijo, esperando a que se durmiera. Casi al final del libro, el pequeño de cabello negro se durmió. Spreen dejó a un lado el libro, apagó la lámpara de noche junto a la camilla y tapó a su hijo con la colcha.

Al salir de la habitación, recibió una alarma de su celular: "Pizzería 8:30" era hora de volver a trabajar.

Así era su día a día. En las mañanas trabajaba en una tienda de mascotas/veterinaria. En las tardes iba a una cafetería como camarero. Luego de eso tenía 3 horas para visitar a su hijo al hospital y después debía ir a una Pizzería, a trabajar como repartidos entre las 8:30 y las 12:00. Así lograba conseguir suficiente dinero al mes para poder pagar el tratamiento del pequeño Ramón.

Ramón de Luque, hijo de Spreen de Luque. El pequeño tenía 6 años en ese momento. Su cabello es negro como el de su padre y sus ojos eran de un color morado muy oscuro, casi negro. Cuando cumplió los cuatro años, empezó a presentar síntomas de una afección cardíaca, por tanto pasa la mayor parte de sus días en un hospital. Muy pocas veces puede salir. Su madre lo abandonó cuando tenía 2 años, así que la custodia total quedó en manos de su padre Spreen.

Spreen de Luque, hijo de Rubén y Samuel de Luque. Con 24 años. Su cabello es negro y sus ojos son morados brillantes, como dos amatistas hermosas. A los 18 años se emborrachó durante una quedada con amigos y al día siguiente amaneció en la cama de una de sus compañeras de curso. Tres semanas después llegó con la noticia de un embarazo. Spreen no era irresponsable, así que desde el principio dijo que se haría cargo del pequeño o pequeña. Sus padres le apoyaron en todo. Cuando la madre de Ramón los abandonó, Spreen empezó a vivir en una pequeña casa con su hijo. Actualmente trabaja día a día de Sol a Sol para poder pagar el tratamiento de Ramón. Aunque sus padres le ayudan pagando la mitad del tratamiento, Iván se ha hecho cargo de pagar la otra mitad.

Spreen, a diferencia de lo que muchos pueden juzgar con solo la apariencia, es un buen padre. Se preocupa por su hijo más de lo que cualquier otro haría. Es lo que más ama en su vida...

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En otro lado de la ciudad, un chico con abrigo rojo recogía sus cosas de sus gavetas para ponerlas en una maleta. Iba a empezar a vivir solo, logró comprar una casita después de mucho ahorrar con su trabajo en el restaurante de su amigo. Tendría una casita donde podría vivir con su hijo, Bobby

—¿Enserio te vas a ir? — preguntó Quackity, su compañero de piso

—Claro que sí — miró al más bajo con una sonrisa — Bobby y yo ya no podemos seguir viviendo en este apartamento. Ya te hemos molestado demasiado

— Ya sabes que no me molesta tener al pinche chamaco acá — bufó el chico de gorro

— De todas maneras, estorbamos cuando quieres encontrarte con tu Sugar ¿No es así? — comentó con una pequeña risa

Quackity se hizo el ofendido. — Hablando de él. Me invitó a una fiesta este fin de semana. Dice que es en casa de unos amigos. ¿Te gustaría ir?

—¿Él te pidió que me invitaras?

—Pues no. Pero me dijo que podía llevar a un amigo, ya que él iba a estar algo ocupado tratando de negocios con su amigo. Ven conmigo. Estoy seguro que Jaiden podrá cuidar de Bobby el finde

Roier hizo un mohin con la nariz y suspiró — Vale vale. Lo pensaré

—Yei!

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Nueva historia mis amores! Esta es mi primera historia Sproier y espero que les guste
*Lanza besitos*

Los amo. Chau
Atte: ThailinMoreno

-Hombre ocupado- Sproier- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora