Capítulo 2

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Cuatro personas esperaban impacientes afuera de las puertas de la habitación del hospital, había sido un caos el que esa mujer se desmayara en la entrada de la empresa. 

El grito de los niños y el llanto del joven Bástian, alertó a la mayoría de empleados que en ese lugar estaban, terminaron por llamar a emergencia al ver que la chica no volvía en sí.

Bástian acompañó en el proceso a los niños, mientras esperaba que sus padres llegasen, la niña más pequeña estaba por quedarse dormida cuando estos llegaron, percatandose así que había sido imprudente llevarlos a esa hora al hospital, sin embargo, de nada hubiera servido negarse, ya que los niños insistían en acompañarle.

A los tres niños nadie les negaba nada, nadie les exigía nada después de la pérdida de su madre, aunque la pequeña Nahomi no la conoció, su familia se la recuerda, así que la niña ha crecido con la imagen clara de quién era su madre.

—Hoy menos que nunca necesitamos un escándalo de esta magnitud, Bástian —se quedó su padre al llegar a su lado.

—¿Dime qué no es una de tus conquistas y ha salido embarazada? —La madre angustiada, exigía respuestas de su hijo.

—Esperen que salga el médico y preguntamos su estado, quiero que la conozcan —habló emocionado Bástian.

Los niños, emocionados a excepción de Nahomi —quien yacía plácidamente en los brazos de su abuelo y de morfeo— relataban con lujo de detalles lo ocurrido en la empresa, desde su llegada, hasta el desmayo de la señorita amable, según sus palabras.

Y es que para ambos mayores no era desconocido que su sobrina tratase mal a los niños, incluso que quisiera casarse con Víctor —quién no era ajeno a las intenciones de Fabiola y que no correspondía—, pero sí les había sorprendido la reacción al conocer a aquella chica.

Al poco tiempo salía por la puerta de la habitación asignada a la señorita, un joven doctor —quién los había recibido en la entrada de emergencia—, se dirige al grupo de personas que allí estaban, pero antes de que pueda hablar el sonido de un celular los interrumpe, todos se miran expectantes esperando a que el dueño conteste, más ninguno se inmuta.

Al percatarse que el móvil que sonaba era de la dueña de la cartera que con vehemencia Brendan —el niño mayor—, custodiaba, Bástian decidió contestar.

—Sandy, ¿dónde diablos estás? Llevo horas esperando por ti —la voz molesta y preocupada de un hombre, hizo que Bástian decayera un poco.

—Lo lamento, no soy Sandy, mi nombre es Bástian y acompaño a la señorita Sandy en el hospital, sufrió un desmayo y la trajimos de emergencia.

Aquellas palabras alertaron a Paolo, pues sabía de los continuos dolores de cabeza de ella.

—¿Me podría decir en qué hospital están?

—Claro, estamos en el memorial, habitación 212.

—Muchas gracias, en un momento llego.

Paolo había ido a una pequeña tienda que estaba cerca del hospital y se había detenido en una cafetería donde preparaban unos deliciosos postres, ahí estaba cuando recordó hablarle a Sandy, pues habían quedado de cenar.

Él siempre la molestaba diciéndole que había esperado mucho aunque la hora ni siquiera hubiese llegado, y no solo se refería a ese momento, sino a los años que él llevaba esperando le diera una oportunidad.

En el hospital un ambiente tenso se respiraba, ya que al quedarse Bástian hablando por teléfono, el doctor había permitido el ingreso de los familiares a la habitación de la paciente, Bástian se percató de ello al ver pasar por su lado al médico.

Ingresó nervioso a la habitación, mientras observaba a sus padres impactados, su padre envuelve a su madre en sus brazos mientras esta no dejaba de llorar al igual que los pequeños, habían dejado a la pequeña durmiente sobre el sofá dispuesto en la habitación.

—Dicen que en el mundo hay siete rostros parecidos y creo que nosotros encontramos uno de ellos —mencionaba Bástian al acercarse a la camilla.

—¿Pero quién es ella? Es demasiado parecida a Elaine —mencionó su padre afectado y limpiando de su rostro las lágrimas.

—Me habían hablado de recepción que abajo había una posible cliente, al bajar me encontré con los niños y ella en el pasillo, yo recordé a mi hermana y me emocioné mucho. Los niños se unieron a mí y ella sólo dijo que necesitaba material, luego de eso se desmayó y por eso llamamos a la ambulancia. —A pesar de ser hombre, no le molestaba admitir sus sentimientos.

—Es como ver a mi bebé —admitía su madre entre sollozos.

La puerta es abierta con fuerza, alertando a los adultos, asustando a los más pequeños y despertando a la pequeña Nahomi.

—Lo lamento, no fue mi intención —se excusa Paolo, mientras a paso veloz se acercaba a la camilla de una inconsciente Sandy.

—¿Qué eres de ella? —cuestionó Andrew, el padre de Bástian.

—Somos amigos y compañeros —responde seguro— ¿Qué han dicho los médicos? —contraataca.

—Dormirá unas horas más ya que la sedaron, fue un shock nervioso —explicó Emma, la madre.

—No puedo creerlo, el último año ha sido más recurrente —confiesa Paolo preocupado.

—¿A qué te refieres hijo? —La voz preocupada de Andrew no pasó desapercibida para los demás.

—Hace un par de años tiene un sueño recurrente, más bien pesadillas, y hace un año exactamente los dolores de cabeza son más constantes —comunicó pensativo.

—¿Pero quién es o a qué se dedica? Puede ser el estrés de su trabajo —afirmó Emma.

—Ella es una reconocida diseñadora en París, tiene su propia línea de ropa y boutiques por varios lugares y justo esta semana abriremos una sucursal en esta ciudad —comunicaba profesionalmente.

—Es posible que tanto trabajo la haya afectado —murmuró Bástian.

El médico entró a la habitación junto a una enfermera, monitorearon a la chica ante la mirada de los cuatro adultos que se miraban unos a otros expectantes.

—Será mejor que la dejen descansar, solo se podrá quedar un familiar con ella los demás pueden volver mañana, aunque depende de su evolución será dada de alta —indicó el médico mientras escribía en el expediente y se lo dio a la enfermera.

Al salir el médico, los adultos se miraron entre sí, pues aunque quisieran nadie es un familiar. Sin embargo, Bástian sí lo había hecho aparentar, había dado el nombre de su hermana y todos los datos al momento de registrarla.

—Prácticamente nosotros somos su familia, yo di los datos de mi hermana cuando la registré —confesó apenado.

—Aunque quiera quedarme, no podría ya que mañana debemos terminar de recibir algunos materiales en la boutique y al no estar ella debo encargarme yo —admitió Paolo.

Algo nació en el corazón de Emma que explotó al saber que no podrían dejarla sola.

—Yo me quedaré con ella, es necesario que ustedes se ocupen de sus obligaciones y a mí no me molesta cuidarla.

Todos asintieron ante la sugerencia y se dispusieron a obedecer, cada uno se despidió de ella de manera diferente, uno con un amor no correspondido, otro con cariño fraternal, dos con amor anhelante y uno con preocupación paternal.

Todos asintieron ante la sugerencia y se dispusieron a obedecer, cada uno se despidió de ella de manera diferente, uno con un amor no correspondido, otro con cariño fraternal, dos con amor anhelante y uno con preocupación paternal

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Los recuerdos que perdí   #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora