Capítulo 6

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La llegada de los Kiliam a casa fue de todo menos silenciosa, las risas de los adultos y la algarabía de los niños, captaron rápidamente la atención de Víctor, que se disponía a revisar varios documentos que requerían de su aprobación.

Salió de la oficina que en la casa había, que por cierto habían dividido en tres espacios, el que usaba Andrew y su esposa, Bástian y él y por último el de Elaine, que aún mantenía sus cosas como las había dejado antes de viajar, solo la encargada de la limpieza se le permitía tocar sus cosas, pero debía dejarlo tal cuál estaba.

A paso raudo y veloz se dirigió hasta donde se encontraban los demás miembros de la familia, estos se asombraron de verlo pues había anunciado que no sabía cuándo regresaría, no sin antes dar con la pista de la que le habían hablado.

—Al parecer se han divertido hoy —exclamó Víctor a sus hijos mientras ellos se colgaban de su cuello en un abrazo grupal.

—Conocimos a alguien, papá, ella nos invitó mañana a su fiesta de inauguración —contaba la pequeña Nahomi emocionada.

Su padre los vio con extrañeza ya que ella siempre se mostraba estoica, no era de las niñas que dejaran ver sus emociones, pero ahí estaba, visiblemente emocionada ya que sus hermosos ojos verdes brillaban como nunca. Él comprendió que esa persona debía ser especial  incluso para los demás que de igual forma se mostraban emocionados.

El escrutinio de parte de Víctor, se vio interrumpido por el comentario o más bien la sugerencia de la abuela a los niños.

—Niños, ya es noche, deben descansar porque mañana tienen escuela. —Emma omitió el hecho de que habían faltado a clases.

—¿Podemos faltar mañana, así como hoy, abuela? —En su inocencia la pequeña Nahomi había revelado su secreto.

Víctor los miró sorprendido ya que jamás había cruzado por su mente que sus hijos —que preferían ir a la escuela que otra cosa—, se habían saltado las clases. No le molestó ese hecho en lo absoluto, pues nunca lo hacían, pero sí le preocupó que lo hayan hecho, pues desconocía el motivo.

Muy a su pesar y a regañadientes, los niños obedecieron ya que sería el último día de escuela, sería viernes por lo que el fin de semana podrían visitar a la chica amable, e incluso el siguiente día en la noche asistirán a la inauguración.

Tras ver a sus hijos desaparecer por aquellas hermosas escaleras en forma de caracol —con barandas blancas y con un acabado de madera en color café—, Víctor dirigió su atención a los mayores que simplemente se habían  quedado mudos, y es que estaban buscando las palabras adecuadas, analizando cómo decirle a Víctor lo que encontraron o mejor dicho a quién habían encontrado. 

—Mañana hablaremos, hijo —comunicó Andrew a Víctor— quiero que vayamos junto a Bástian a visitar a un amigo, por hoy hay que descansar. Imagino que vienes cansado de tu viaje.

Ellos asintieron y se despidieron retirándose cada uno a sus respectivas habitaciones. Ellos no estaban seguros, pero creían que había algún espía en su casa o por lo menos micrófono, por eso se han abstenido de comentar cualquier cosa referente a la muerte de Elaine.

Víctor en su habitación observa nostálgico el pijama de su esposa, lo acaricia suavemente con las yemas sus dedos como si de una pieza de cristal se tratase, acostado ya en su lado de la gran cama matrimonial, cede finalmente a las lágrimas, mismas que no había dejado salir desde que había perdido al testigo de aquella fatídica noche.

En sus sueños, Víctor vio a una ojiverde que le extendió la mano, que hizo que su corazón latiese lentamente, tranquilo y feliz. 

—«Por fin estoy en casa» —decía la chica en sus sueños.

El nuevo día llegó y con él el movimiento de las mañanas se hacía presente, las empleadas les ayudaban a los niños mientras los adultos se preparaban para salir.

Emma había quedado en ir a ayudar a Sandy y a Andrew, junto a Bástian y Víctor que saldrían a visitar a un amigo.

Después de despedir a los niños para que fueran a la escuela todos se dirigieron a sus compromisos, sin percatarse que alguien ya les seguía o al menos eso les hacían creer.

La persona que seguía a Emma, vio que se dirigía a la empresa textil, donde en ocasiones iba por lo que no le dieron mayor importancia dejando de seguirla como objetivo. Los que seguían a Andrew y sus hijos, los vieron llegar a un lugar donde aparentemente revisaban un terreno, pensaron que quizá comprarían ese lugar para expandirse, creyeron que podrían aprovechar el momento para hacer algún préstamo a su nombre en algún banco.

Al ser notificados que habían dejado de seguirlos, los tres hombres habían retomado su camino hacia un local vacía donde se encontrarán con su amigo.

Al llegar, el hombre ya les esperaba junto a otro de aspecto rudo. El amigo de Andrew; un hombre mayor con un cabello plateado y de una contextura envidiable para algunos jóvenes, les extendió la mano junto a una cordial sonrisa, les presentó a su acompañante como Armand su hijo y que además era uno de los miembros de la división de informática de la agencia.

 —Gracias por aceptar reunirte con nosotros —mencionó Andrew al estar ya sentados.

—Cuando te ofrecí mi ayuda, esta no tenía fecha de caducidad, amigo —expresó Arthur; su amigo.

—Y te los agradezco —confesó sincero Andrew—. Ya conoces a mis hijos —habló extendiendo su brazo hacia su costado donde estaban los recién nombrados.

Estos saludaron con un simple gesto de cabeza y tomaron sus lugares.

—¡Amigo! —exclamó Bástian a otro hombre que se acercó.

Sus acompañantes giraron hacia dónde se dirigiría su mirada y saludó,  observando así a un agente de la misma división de ellos.

—Matt, ¿qué haces aquí? —cuestionó Arthur.

—Hola, jefe. Casualmente mi amigo Bástian me ha contactado y pedido venir, estoy al tanto de su situación y además he empezado a proceder en cuanto a su petición.

Mientras el hombre explicaba, la mirada de los demás va hacia Bástian y este solo asiente.

Mientras el hombre explicaba, la mirada de los demás va hacia Bástian y este solo asiente

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Los recuerdos que perdí   #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora