BEWILDERED

Capítulo 13

-¿Draco?-.

-¿Hmm?-.

Harry hizo una pausa, levantando la pluma que tenía en la mano para apoyar la punta emplumada contra sus labios. Había libros y pergaminos esparcidos por la mesa del comedor frente a él; Grimmauld Place estaba tranquilo por el momento en ausencia de todos los demás. Sabía que su padre y Sirius estaban trabajando, pero nadie sabía dónde estaban su madre y Remus.

Harry echó un vistazo a la vieja mesa de madera, donde Draco se inclinaba sobre sus propios documentos, aunque éstos parecían un poco más formales que los libros de texto y de historia que a Harry le interesaban cada vez menos. No es que no fueran interesantes, lo eran increíblemente.

Pero había una picazón bajo su piel que le había estado molestando sutilmente durante el último día y que hacía que su capacidad de atención fuera escasa en el mejor de los casos, y mucho menos cuando el hombre que tenía enfrente estaba intentando que estudiara todo un mundo de historia mientras parecía inmensamente...

Los ojos de Harry recorrieron los brazos expuestos del rubio mientras Draco apartaba un pergamino con una floritura de su firma y se giraba en su asiento para extender otro.

-Cualquier día, Harry-.

Harry hizo una mueca y abrió la boca. -¿A qué te dedicas?-.

Draco hizo una pausa, sus ojos rojos levantándose de su lectura para inclinar la cabeza. -Supongo que sería algo por lo que sentirías curiosidad, ¿no? Mi contraparte tenía la misma edad que tú, ¿correcto?- El rubio sonrio, un mechon de pelo rubio plateado se le escapo del broche con el que lo ataba y le cayo sobre el ojo.

Harry asintió lentamente.

-Actualmente soy el aprendiz de Severus. Como heredero del apellido y el linaje de los Snape y los Malfoy, es mi deber ocuparme de las cuestiones legales. Obviamente, hay inversiones a nombre de Snape de las que se ocupa mi Lord, pero algunas me son confiadas a mí. Me ocupo de los alquileres de cualquier propiedad, las inversiones bancarias, las misivas y todo lo demás. En mi tiempo libre, aprendo pociones bajo la maestría de Severus. Es un superdotado y espero algún día ser tan bueno como él-. El rubio pareció pensar por un momento, sus ojos se desviaron hacia arriba para encontrarse con los de Harry antes de volver a bajar la mirada. -También me encargo de cualquier oferta de cortejo que Severus o madre puedan recibir-.

Harry sintió que alzaba la ceja y soltaba una especie de bufido. -¿Tú decides quién sale con tu madre y con Snape?-.

Draco le dirigió una mirada seca, el rubio se hundió de nuevo en la silla del comedor y apuntó su varita a la tetera que había entre ellos para calentarla una vez más. -No, imbécil-.

Harry resopló una carcajada en el pliegue del codo, golpeando con un dedo la cabeza de la serpiente que se enrollaba ociosamente desde el lugar soleado de la superficie de la mesa hasta su brazo. Tom había crecido en la semana que había pasado, hasta casi alcanzar la longitud del brazo de Harry, ahora que la pobre no estaba confinada en la pequeña caja que había tenido en el Menagerie. Su coloración había cambiado a un gris pizarra, y la franja amarilla que le cruzaba el lomo se había apagado hasta adquirir un tono dorado. Harry ya no estaba tan seguro de que fuera una simple serpiente de jardín, pero la serpiente era inofensiva y dulce; incluso Sirius le había cogido cariño.

-Las ofertas de cortejo no son sólo una forma de expresar un capricho por alguien; son un medio de asegurarse una pareja potencialmente poderosa, potencialmente codiciada. Con la mente de mi padre ida, muchos ven esto como una forma fácil de acercarse a mi madre para asegurar el nombre y la fortuna de los Malfoy. Puede que mi madre a veces se sienta sola, pero es feroz en su lealtad a Lucius Malfoy-. La boca de Draco se crispó, sus ojos cariñosos. -No se unirá a ningún otro, a pesar de que su marca de unión se desvanece cada año-.