Capítulo 19

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El hombre que seguía a Charlie era tan alto como Angelina y tenía el pelo del color del fuego fundido.

Rojo escarlata y naranja descarado, se lo recogía con una sencilla cinta y dejaba al descubierto su rostro pálido y sus fantásticos ojos ambarinos. Unas escamas de rubí se alineaban en cada pómulo alto y mostró una sonrisa llena de dientes blancos y afilados cuando Harry lo miró fijamente.

Rory le dio una escoba a Harry, y la suave sonrisa del hombre lo sacó de su mirada con un sonrojo. -No te culpo-, le susurró, grueso y cariñoso, al oído mientras Rory se recogía el pelo en una apretada coleta, sus ojos lilas desviándose hacia el hombre que apoyaba un brazo en el hombro de Charlie y sonreía por lo bajo por algo que Fred estaba diciendo. -Gabriel es un galán, por decirlo claramente-.

Harry no pudo evitar pensar que aquello era posiblemente el eufemismo del siglo cuando Rory resopló una carcajada a su lado, volviendo la vista hacia el hombre mientras éste ladraba una risa baja y rodante; la cabeza se le echaba hacia atrás para mostrar la plétora de escamas que le envolvían la garganta y debajo del cuello de su túnica negra. El hombre era como una magnífica pintura o escultura medieval hecha realidad. Charlie llamó la atención de Harry con una sonrisa repentina, antes de empujar a Gabriel hacia delante.

-Gabriel, ve a presentarte a Harry, ¿quieres? Y coge a los otros dos en cuanto los volvamos a encontrar para que hagan lo mismo. Por lo que han estado diciendo mis hermanos, es prácticamente de la familia-. Las palabras dibujaron una suave sonrisa en el rostro de Harry, que miró al hombre que se inclinaba para tenderle la mano. Prácticamente familia era siempre la forma en que debía ser presentado cuando se trataba de los Weasley; incluso si había encontrado una familia propia, eso relajaba algo dentro de él de lo que ni siquiera había sido consciente. Ofreció a Gabriel una sonrisa brillante, su magia chispeando en los dedos al extenderlos para estrechar una mano grande y suave con escamas de seda que vestían el centro de la palma.

Los ojos de Gabriel se abrieron de par en par y su sonrisa dejó escapar un chasquido que sonó casi como una carcajada. Unos ojos cálidos lo miraron con curiosidad. -Harry, ¿sí? Qué fuerte eres-. El acento era rumano, sutil en una voz bien acostumbrada a hablar inglés. -Soy Gabriel, el compañero favorito de Charlie, por supuesto. Soy Dragonette por naturaleza y un increíble jugador de Quidditch por talento natural-.

-Sí-, resopló George, lanzándole la Quaffle que sostenía a Gabriel y sonriendo cuando el Dragonette la atrapó con una mano, -cuando no está siendo un maldito tramposo-.

Gabriel soltó un grito ahogado, y su otra mano se dirigió a su pecho para sujetarlo como si estuviera afrentado. -Yo nunca lo haría-.

El olor de Gabriel era alfa, sin lugar a dudas, pero era diferente de una manera que Harry supuso que se debía a la... Dragonette cosa mencionada. Estaba claro que el hombre era una especie de criatura, y si sus escamas y su nombre eran una indicación; Harry iba a suponer que Gabriel tenía algunos otros atributos parecidos a los de un Dragón, que probablemente serían útiles en un partido de Quidditch. Sonrió.

-Entonces, si eres tan bueno, no te importará que un novato como yo esté en tu equipo, ¿no?-.

Harry abrió los ojos inocentemente cuando Gabriel le lanzó una mirada hacia abajo, el Dragonette de pelo rojo arrullando mientras extendía la mano para coger al chico más joven y mucho más pequeño bajo un brazo. -¡No temas, pequeño! Garantizaré nuestra victoria, ¡sin ayuda de nadie! Soy fantástico en este juego, uno de los mejores-.

Charlie puso los ojos en blanco con una sonrisa mientras Lee se resistía a la insinuación, hinchando el pecho mientras George le entregaba un bate de batiador con una sonrisa feroz. -Me aseguraré de decírselo a Viktor, entonces, cuando lo vea, ¿de acuerdo?-.

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