Grábalo en tu botín

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Hubo gemido roto y desgarrador. A Canute le dolió el pecho con el sonido. Los movimientos de Thorfinn de volvieron inconcientes, seguía dentro de su sueño, de su pesadilla. Apretaba los dientes y respiraba como si se estuviera ahogando.

-Te tengo, Thorfinn.- susurró, sintiéndolo tensarse ante el sonido de su voz. -Sólo es un sueño, estás a salvo, Thorfinn. Estás conmigo.-

Thorfinn soltó un quejido, seguido de un jadeo. Canute odiaba pensar en lo que le estaba provocando tanto miedo. -Estás bien, estás a salvo.-

Thorfinn despertó.

Su rostro estaba más pálido que de costumbre y el sudor que se le pegaba a la piel era solo por el esfuerzo. La pesadilla lo había arruinado por completo. Respiraba agitado, mirando al techo. Cuando procesó que había estado soñando, suspiró y se llevó una mano a la frente, tratando de calmar su respiración.

-Lo siento-, susurró Canute. -No te desperté a tiempo.-

-¿Qué? No, lo hiciste bien. Me ayudaste mucho. Lo siento si te desperté.-

-¿Qué era?-

-No puedo…- Su voz se quebró de nuevo, así que Canute se inclinó para besarlo y evitar que siguiera hablando. No hablaban a menudo de las pesadillas de Thorfinn porque a veces hacían que no pudiera hablar en absoluto. Le cerraron la garganta y le robaron el aire de los pulmones. Estrangularon todo pensamiento.

Había pasado ya un mes desde que llegó, y Canute había visto el efecto de estas pesadillas demasiadas veces. Felizmente evitaría el tema si Thorfinn quería.

Vaya, un mes. Había pasado un mes y Canute sentía como si fuera ayer cuando se confesaron en el bosque.

-Estoy bastante seguro de que tuve que haber vendido mi alma en algún momento para recuperarte. De ninguna manera podría tener tanta suerte. Como, simplemente no tengo el historial para explicar tu existencia.-
Thorfinn pasó el pulgar por los nudillos de Canute. -Supongo que es una recompensa de la vida. Me jodió tantas veces antes, luego me dió ésta cosa realmente buena, realmente grande- Hubo una pausa. -Valió la pena.-

-¿Qué?- preguntó Canute. Thorfinn se había vuelto tan parlanchín.

-Lo vales. Todo ello. Todo ese dolor, angustia y traición. Vales cada momento de ello.-

Sintió que la cama se movía, luego el rostro de Canute se acurrucó contra el cuello de Thorfinn. Thorfinn podía sentir el cuerpo de Canute relajarse y hundirse en la cama. Thorfinn extendió la mano y envolvió sus brazos alrededor del rey. Tener a Canute en sus brazos compensó todo.

-Buenas noches, Thorfinn.-

Pero Thorfinn no se durmió esa noche. Él no se permitiría. Permaneció despierto con Canute apretado contra él y rechazó la necesidad de dormir.

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El rey Canute estaba ahora en su salón. La sala del trono era un lugar con mucho espacio y la gente iba allí para mostrar respeto al rey. Habían cortinas lujosas en las ventanas, decoraciones por las paredes, desde cuadros hasta pilares preciosos.

La reunión comenzó y Canute se sentó en su trono, tratando de mantener una presencia digna. Una pierna cruzada sobre la otra, sus brazos extendidos sobre los reposabrazos. Su mirada era fría, imponente, tan parecía a la que tenía cuando encontró a Thorfinn en el jardín después de tres años.

Graba esa calidez en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora