6: Chico cajero

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El día era aburrido, los clientes daban y daban vuelta por la tienda buscando una golosina que compartir o por envidiosos comerlos ellos solos para que al final tomarán el que había visto primero.

El joven en la caja registradora veía su celular, esperando a la clientela.

– Una recarga

Escuchó.

Era una chica, cabello corto y lacio, además de que sus botas con picos brillantes sonaban por el piso opacado la poca atención que le prestaban al cajero.

– Claro ¿Compañía? – pregunto con amabilidad

Por primera vez en su vida quería hacer algo bien, sin que recibiera un regaño por parte de la encargada que solo te mira de reojo para ver si estás haciéndolo ideal.

– Telcel

Apretó números en el teclado de la computadora, códigos extraños en la pantalla aparecieron momentáneamente.

– Su número por favor

La recarga fue todo un éxito, la chica pago con un billete y algunas monedas para la comisión. Ok, su día había comenzado bien con gente amable.

Estaba pensando en lo feliz y tranquilo que podía ser su día de trabajo con gente amable y cortés.

– Un recarga, rápido

¿Excuse me?

Una mujer de al menos 35 años con bolso en el doblez del brazo y su celular en la mano, su vista en la pantalla, en sus dedos el billete de 500.

– Buenos días – saludo– Compañía y Número por favor.

Y es que la mujer ni contesto el saludo, solo se limitó a decir el número celular con rapidez mientras la suela de su zapato carísimo golpeaba repetidas veces el piso con toque de desesperación

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Y es que la mujer ni contesto el saludo, solo se limitó a decir el número celular con rapidez mientras la suela de su zapato carísimo golpeaba repetidas veces el piso con toque de desesperación.

– ¿De cuánto será su recarga?

– 20

....

Bien, tenía que tomar un billete de 500 para solo un recarga de 20 pesos.

Aquí no es banco, señora.

Buscar el cambio y contar no es fácil, ¿Nos creen calculadoras o como?. Si, hay calculadoras que hacen el cambio y tan tan, pero contar moneda por moneda era tedioso.

Después de la recarga y recibir un leve regaño y desprecio por aquella señora, se puso de mal humor.

– "Rápido, tengo prisa" – remedo imitando a la señora

Pronto entraron dos personas, una mujer con bastantes proporciones, tal parece que era 90, 60, 90, y un hombre con escaso cabello en su cabeza y una enorme barriga.

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