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Shim Jake sabía que Sunghoon lo estaba evitando.
No era tonto. No era ciego. Desde esa tarde que le había propuesto matrimonio que Sunghoon apenas salía de su casa, ni siquiera a su patio, y era claro el porqué.
El pobre omega había negado con la cabeza, demasiado aturdido, y sin dirigirle otra mirada tomó en sus brazos al pequeño Sunoo, entrando a su casa, cerrando con un portazo.
Jake se apoyó en la barra del balón, mirando hacia el patio del omega mientras exhalaba el humo del cigarrillo. Sabía que debía verse como un depredador, como un psicópata esperando a su víctima, pero si era sincero, no le interesaba mucho.
Quería a Sunghoon. La quería a su lado compartiendo su casa con el, acostándose a su lado todas las noches, mirándolo con esa preciosa sonrisa con la que observaba a su hijo.
Y ningún bebé iba a impedir aquello.
Sabía que era soltero porque no había a nadie más en esa enorme y vacía casa. Además, le había preguntado a Heeseung y Jay, amigos de el y pareja que vivía a su lado, quién era el omega que vivía allí.
Nunca antes había sentido tan atraído por un omega: normalmente, detestaba lo empalagosos y pegajoso que eran, pero Sunghoon era distinta.
Lo podía ver en su triste mirada, en su comportamiento tímido.
Le llamaba la atención, y verlo cuidando el jardín, cantándole a su bebé, le hacía desear más cercanía, más contacto.
Sabía el motivo del rechazo de Sunghoon.
Sunoo era todo lo que le quedaba al omega, su mundo entero, y aceptar un compromiso con un nuevo alfa era renegar todo eso.
Las reglas para los omegas en ese mundo eran claras:
La primera, y más importante, era la obediencia total hacia los alfas.
La segunda, era la fidelidad eterna hacia tu alfa.
La tercera, y no menos importante, era deshacerse de tu hijo si quedabas solo y otro alfa te quería para sí.
Porque un hijo de otro matrimonio era la clara prueba para el nuevo alfa de que el omega le perteneció a otro, y los celos podían provocar un desastre.
Jay le había dicho eso cuando hablaron sobre Sunghoon, que luego de la muerte de su alfa, el omega no estaba interesado en buscarse otra pareja. No cuando tenía a Sunoo.
Sin embargo, Jake no era tonto. Sabía que tarde o temprano Sunghoon la iba a necesitar. Sabía que el omega no trabajaba, por lo tanto, el dinero iba a escasear en algún momento. Y Sunghoon no era idiota, no podía permitirse quedar en la calle con un bebé, siendo una presa fácil para el resto de los alfas que ni siquiera le preguntarían si quería ser su omega.
Por supuesto, Jake pensaba jugar todas sus cartas allí y lograr seducir a ese pequeño y tierno omega que parecía haberse metido en su piel como nadie.
