Capítulo 1

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Tacho el día de hoy en el calendario, como hago cada vez que me levanto. Me quedan cinco meses con diez días y yo no podría estar más feliz.

No sé como está William, pero me importa poco. Solo quiero acabar esta puta farsa y poder ser feliz de una vez. Vivir tal y como lo había planeado, no con este amargado.

William sale de su cuarto ya arreglado, como siempre. Creo que lo he visto en pijama tres veces en estos años.

-¿Has hecho café?- su pregunta diaria.

-No, háztelo con los huevos- mi respuesta diaria.

-Algún día lo harás-

El hace el café mientras yo estoy con mi Colacao, el café me sienta mal así que siempre me tomo un esto.

William se sienta delante mía, dándole pequeños sorbos al café mientras mira algo en el móvil, probablemente cosas de trabajo. O culos, nunca se sabe.

Cuando acabamos de desayunar quitamos nuestras cosas y, mientras el sale al trabajo, yo voy a prepararme para el mío.

Soy la vicepresidenta de la empresa de mis padres, pues cuando ellos se jubilen pasará a ser mía. Esto es algo que, aunque no quiero admitir, quiero con muchas ganas. Llevo desde pequeña admirando el trabajo de mis padres y ya mismo lograré ser como ellos.

Y librarme de William.

Me pongo mi ropa clásica de oficina y voy directa a mi empresa.

Saludo a mis amigos de allí, aunque realmente sé que no son mis amigos, saben que pronto heredaré la empresa y quieren que sea suave con ellos. Os puedo adelantar que no lo seré.

Voy a mi despacho y en el camino le doy una amable sonrisa a mi secretaria, es un amor de mujer.

Suspiro cuando me siento en mi silla, prácticamente tirándome a ella.



Llevo todo el día de papeleo, así que cuando me queda una hora para salir decido ir a por algo de comer, pues llevo sin comer todo el día. Obviamente, en el camino me saludan todos los lameculos de mis padres.

Ya en la cafetería, viene mi amigo Chris, el único amigo real que tengo. Esto lo sé porque fue mi amigo antes de saber quienes eran mis padres, de hecho él era nuevo en la escuela y era el único que no lo sabía, así que desde ese sándwich compartido de nocilla derretida (se me había olvidado la merienda) hemos sido inseparables.

-¡Hola preciosa flor!- saluda, haciéndome rodar los ojos. No me llama así de forma cariñosa, una vez se me metió una flor en la boca y casi me ahogo con ella.

-Hola gilipollas- saludo con una sonrisa tensa, aunque realmente me encanta nuestro tira y afloja.

-¿Todo el día trabajando otra vez? No te he visto en todo el día-

-Sí... Necesitaba un poco de trabajo masivo- el me sonríe con cariño y pasa su brazo por mis hombros

-Ay... Flor, no debes estresarte tanto- me mira por un momento- ¿Quieres salir a beber?-

-No, además sabes que la prensa nos puede perseguir, están un poco pesados últimamente-

-Siempre son pesados-

-Ya, pero últimamente pasa algo raro, veo demasiados-

-Entonces, ¿No podré llevarte a casa hoy?- niego con la cabeza suavemente.

-No, además he traído mi coche, quiero conducir un poco-

-Oh, ¿La princesa no trae a su conductor? Que raro- le doy un golpe en el hombro y voy a mi despacho para seguir trabajando un poco comiéndome una barrita energética.



Cuando llego a casa escucho ruido en la cocina. Voy lentamente hacia ella, temiéndome lo peor.

¿Ha entrado alguien?

Tomo una respiración y entro, viendo la ancha espalda de William preparando la cena. El escucha mis pasos y se gira.

-Buenas noches- trago duramente, ¿Por qué me he puesto así?

-Buenas noches- saludo, voy a apoyar mi cadera a la encimera- ¿Qué haces aquí?- pregunto, pues siempre sale más tarde.

-He acabado antes y he decidido hacer la cena- asiento- Ya casi está, ve poniendo la mesa-

Voy a poner la mesa, para ambos, el me ha hecho la cena así que es lo justo.

Cenamos en silencio, como siempre. Cada uno está siempre mirando sus cosas cuando estamos cenando.

Cuando acabamos llevamos nuestras cosas al lavavajillas y subimos a nuestras respectivas habitaciones. 

Años en el RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora