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CAPÍTULO III. LA TEMIBLE REALIDAD

Nos miramos fijamente a los ojos por varios segundos. Y Tonet rompió el hielo que había entre nosotros cuando empujó mi pierna con su hocico para que le prestara atención. Bajé mi mirada y vi a Tonet dar dos vueltas y ponerse patas arriba haciéndose el muerto.

Abrí mis ojos con asombro. Esa era la señal de que iba a pasar algo potencialmente mortal.

— ¡No!... — Dije asustada. Miré el cielo rápidamente, y allí estaba.

La arena ardiente del desierto se agitaba en un frenesí. Algo raro estaba ocurriendo.

— ¡¡¡¡¡CORRE!!!! — Grité asustada.

Keyser no sabía qué estaba pasando, tomó su arma del suelo y corrió a nuestro lado, lo más rápido que pudo.

— ¿¿¿¿QUÉ ESTÁ PASANDO???? — Preguntó.

— ¿ACASO NO LO SABES? ¡¡¡VIENE UNA TORMENTA RADIACTIVA!!!! — Grité mientras corría— ¡¡¡DEBEMOS OCULTARNOS ANTES QUE NOS ALCANCE!!!

Keyser palideció. ¿Por qué se veía tan extrañado? ¿Acaso nunca escuchó sobre las Tormentas de la zona 6?

— PERO ¿DÓNDE? —Gritó.

— ¡¡¡¡CÁLLATE Y SÍGUEME! —Dije desesperadamente—. ¡Y NO MIRES ATRÁS!

Llegamos a un círculo de metal que estaba algo tapado por el polvo del desierto. Y nos detuvimos justo encima.

— ¡AHORA! ¡SALTA! —Ordené

— ¿QUÉ?

— ¡SAAALTA, TARADO!

Ambos saltamos al mismo tiempo, y esto provocó que se activara la compuerta de seguridad. En la zona 6 por ser un lugar desértico, aún quedaban ocultas por todo el perímetro desde hace 1000 años, pequeñas cuevas subterráneas que fueron creadas por el clan de los Next para que las personas pudieran resistir las temibles tormentas radioactivas.

Las entradas de las cuevas poseían tecnología de camuflaje óptico, lo que las hacía prácticamente invisibles a simple vista. No se activaban con cualquier ser vivo, ya que fueron elaboradas con ciertos sensores nanotecnológicos que, al determinar el peso humanoide les hacía comprender que había un individuo solicitando ayuda. Tomamos un respiro en el interior de la cueva, donde una serie de túneles y habitaciones estaban equipados con sistemas avanzados de filtración de aire y protección contra la radioactividad. Mientras la tormenta rugía en el exterior, los tres nos sentimos seguros en el refugio subterráneo. Todo estaba oscuro, después de que Raxus Vorn destruyera a la familia Vilaris, el famoso sistema eléctrico creado por ellos, entró en decadencia. Por lo tanto, no había forma de encender las luces.

— Genial, —Dije con hastío— ahora estamos encerrados y a oscu...

Keyser raspó algo, produciendo un sonido muy peculiar, e instantáneamente se iluminó una pequeña parte de aquel tramo de la cueva donde estábamos. Ambos miramos a nuestro alrededor, fascinados por la tecnología que nos rodeaba.

— ¿Cómo hiciste luz? —Pregunté, extrañada.

Miré fijamente un extraño palillo que producía fuego en su punta.

— Se llama fósforo. —Me mostró una sonrisa retorcida— Siempre los traigo conmigo, ayudan bastante cuando necesitas "encender algo".

Acentuó la palabra "encender algo", moviendo sus cejas, y me causó repulsión. Giré mis ojos ante su respuesta.

Recorrimos el lugar, la cueva al parecer, contó en algún momento, con un sistema de energía autónomo, alimentado por paneles solares y generadores de energía nuclear seguros. También había un sistema avanzado de comunicaciones que a la gente del pasado les permitía mantener contacto con el mundo exterior, incluso durante las peores tormentas.