13-A dos metros de ti

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Elías me miraba desde el umbral de la puerta con una sonrisa en el rostro.

-Por tu reacción supongo que mi primita no sabe esto ¿o sí? -No pude evitar sentir un nudo en el estómago al ver como su sonrisa se ensanchaba cada vez más.

-¿Qué quieres? -dije en lo que fue apenas un susurro.

Agarró el papel y se dispuso a leerlo.

-Alice Scott, perdón, Alice William, edad 18 años, bla bla bla. Ahora la parte interesante, diagnostico, amnesia, pérdida total de la memoria después del accidente, recuerdos borrosos y fragmentados de sucesos anteriores. La paciente no recuerda nada después del accidente, solo tiene recuerdos vagos y confusos. Muy interesante ¿no bonita?

-Ya te dije, ¿Qué carajos quieres? -Lo miré con el cuerpo temblando y las manos sudorosas.

Él se separó de la puerta cerrándola y se acercó a mí.

-Eso tendría que pensármelo, bonita -dijo haciendo énfasis en aquel apodo-. Pero ten seguro que si no quieres que toda la escuela se entere de que eres una mentirosa -Se acercó peligrosamente a mí-. Vas a tener que arrodillarte. -me susurró en el oído haciendo que un escalofrió recorriera mi cuerpo.

Me quedé inmóvil mientras veía como salía por la puerta, y unas inmensas ganas de romper en llanto se apoderaban de mí.

Cerré los ojos con fuerza reprimiendo esas ganas, hace mucho no lloraba y por culpa de un idiota tan grande como Elías no lo haría. Ya vería la manera de librarme de él, y de todas formas solo le quedaba poco menos de 1 mes para irse.

++++++

Ese día regresé sola a casa porque Olivia tenia ensayo y milagrosamente Jack no se apareció por ahí.

Cuando llegué mis padres no estaban. Ya estaba tan acostumbrada a eso que ya nunca revisaba si había alguien en casa.

Subí a mi habitación para darme una ducha y luego ver que hacía con mi vida. Tenía que impedir que Elías difundiera eso, por lo menos hasta saber qué hacer, y para eso tendría que hablar con mi madre.

Realmente me asustaba que tuviera en sus manos esos papeles y lo que podía hacer con ellos. Sobre todo, tenía miedo de lo que podía hacer conmigo y yo estaría obligada a hacer para que no hiciera lo que más temía, por lo menos hasta que pudiera quitárselos.

++++++

Salí del baño con la cabeza hecha un lío. Sabía que en cuanto llegara mi madre tendría que hablar con ella.

Me dirigí aún pensativa a la habitación en la que normalmente pasaba la mayoría de mi tiempo, aunque hace mucho no lo hacía.

Entre sintiendo el olor a pintura invadirme, las paredes llenas de colores y el piso lleno de pintura. Un montón de cuadros colgados en la pared y en una esquina de la habitación amontonados entre sí. Los lienzos aún blancos en otro rincón y el caballete frente a la enorme ventana de la habitación que daba directamente al jardín trasero.

Miré el cuadro que yacía en el caballete. Era el cuadro que había hecho en la clase de arte. Aquel cuadro que se me hacía tan familiar.

El timbre de la puerta sonó interrumpiendo mis pensamientos.

Baje las escaleras para abrir la puerta y encontrarme con...

-¿Jack?

-El mismo. -sonrió y depositó un beso en mi mejilla, dejándome completamente atónita- ¿Puedo entrar?

Asentí dejando que pasara para luego cerrar la puerta.

-¿Pasó algo? -interrogué tratando de saber el motivo de su visita.

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