2

369 32 5
                                    

"Cobra Arcoíris se escapa en el noticiero de Kim EunJi"

"La cobra Gay anda suelta"

"¿La Gay tiene cura?"

"Cobra Gay está libre por la ciudad"

"¿Puedo morir por tener "Gay"?"

Eran algunos encabezados de los periódicos o de las noticias en sitios web. En la redes sociales más populares se había vuelto popular el #cobragay y todos hablaban del asunto, un grupo de 7  amigos no eran la excepción a todas esas personas que hablaban y chismoseaban sobre el asunto.

— Suena una enfermedad que no quiero contraer — comentó un peliazul con un escalofrío que le recorría el cuerpo.

— Suena muy absurdo — sonrió un pelirrojo. — ¿Te imaginas que me pique esa cobra y me enamore de JungKook? — se rió por la broma que acababa de hacer y todos le acompañaron pues sonaba absurdo.

Las probabilidades de que se encontraran a esa cobra y les pique eran realmente bajas, además de que tenían a todo el departamento policíaco buscándola, es probable que la atrapen pronto. Era una completa estupidez pensar que se infectarían con ese veneno.

— Que asco, haste para allá — bromeó JungKook alejando al pelirrojo JiMin.

— Ni quien se enamore de ti, ni con ese veneno fluyendo por mí cuerpo te buscaría — contestó háciendo una expresión de asco para alejarse de cualquier modo.

— Ya, ya, aquí a nadie le va a picar esa cobra, seguro ya la atraparon — habló despreocupado un moreno pelirosa.

— Tienes razón, NamJoon, aunque espero que a ninguno le de homosexualismo, suena algo horrible — al decir esto el rubio percibió un escalofrío en su cuerpo.

— No te preocupes, HoSeok, eso no pasará — dijo el mayor del grupo y todos asistieron dejando ese tema de lado para empezar una partida de videojuegos.

Después de jugar, se pusieron a ver el fútbol, compraron Soju y encargaron alitas y carne para acompañarlo, vitorearon, se pelearon por los equipos que iban a ganar, golpearon una que otra pared, ya saben cosas de heteros.

Luego todos se fueron a sus respectivos hogares.

Un pálido se dirigía a su hogar después de aquella reunión con sus amigos iba un poco borracho, pero no mucho como para tambalearse mientras caminaba, su departamento estaba cerca de donde fue llevada a cabo la reunión y como era un macho Alfa que no le tiene miedo a nada decidió caminar hasta su casa solo y sus amigos no pusieron objeción, además algunos estaban más borrachos que otros.

Mientras caminaba a su casa a un paso algo lento, pasó por un callejón que no tenía mucha iluminación, pero era un atajo para llegar a casa y siempre lo había tomado por eso se adentró sin temor, pero derrepente se detuvo pues había sentido un dolor inmenso en su pantorrilla, rápidamente se tocó donde sentía ese dolor y pudo sentir además del líquido, dos orificios de 1.5 cm de distancia uno del otro, no puso deducir nada pues su cabeza empezó a dar vueltas, se sentía aún más borracho de lo que ya estaba, por ello empezó a tambalearse hasta que pudo sostenerse de una pared.

Sostenido de esa pared empezó a hiperventilarse, su corazón latía al punto de la taquicardia, sus pupilas se dilataron y su rostro se puso similar al color de la piel de un tomate. El pálido sentía una sensación caliente recorrerle el cuerpo, como si fuera gasolina la que le recorría por las venas en lugar de sangre, se sentía horrible, de un momento a otro sus piernas flaquearon y se arrodilló en el suelo para sentir que sus ojos se cerraban de a poco hasta que ya no vio nada, ni tuvo conciencia de nada.

Cuando despertó aún era de noche.

Al abrir los ojos sintió un aturdimiento, volteó a todos lados y descubrió que estaba tirado en el piso del callejón rápidamente se levantó pues le producía asco estar tirado en un callejón que quien sabe que cosas tiene viviendo en él y que cosas haya presenciado. Se sacudió y salió corriendo de aquel oscuro lugar hacía su departamento para darse un baño relajante con velas aromáticas, pero recordó que no tenía esas cosas en casa por lo que pasó a una tienda por ellas, también compró un shampoo y jabón nuevos, pues el aroma a vainilla y mandarina era mejor que el shampoo con olor a madera que tenía en casa.

Cuando estaba en la tienda comprando sus cosas la muchacha que estaba atendiendo lo miró de forma extraña, pues los productos que llegaban no concordaban con la apariencia del hombre frente a ella.

— ¿Qué? — preguntó el pálido con una expresión seria mirando a la chica.

— Nada — contestó la chica y sólo procedió a no echarle otro vistazo al chico mientras empacada las compras.

El pálido no procedió a hacer otra cosa más que esperar y después de pagar irse a su casa y disfrutar de su baño relajante.

La Picadura de la Cobra GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora