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—다시 한 번 시작 되는 game.
El brillo del cuchillo de combate distraía mi mirada cada vez que la luz artificial incidía sobre la hoja metálica.
Alrededor de esta hacía girar con cierta destreza un pañuelo de color opaco, rojo vino para ser exacta; perfecto para apenas notar que estaba inmaculado de sangre.
Sangre de la última misión que habíamos llevado a cabo.
Ni siquiera sabría apuntar con exactitud a quién pertenecía, habría pasado por la garganta de quizá 12 personas la misma noche.
Y antes de que se apresuren a pensar, no, ellos no eran cualquier tipo de persona.
Guardias de seguridad mercenarios y magnates a quienes protegían, corruptos, insolentes, de esos tíos de los que te echan miradas por encima del hombro con arrogancia suprema, como si fueras un escarabajo ordinario frente a ellos.
La ciudad estaba en la mierda.
A esos descerebrados millonarios les importaba muy poco el verdadero bienestar del pueblo mientras tengan un mísero won más que llevarse a sus bolsillos.
Phantom Thieves surgió a partir de la mugre que comenzó a esconder el propio gobierno surcoreano y por la que también era titular en periódicos y noticieros locales, incluso internacionales.
Los hijos de puta tenían toda la protección y capital necesario, incluso sobrado, para comprar el silencio de los opositores y que estos llenaran de justificaciones los actos más inhumanos que pudieran cometer contra su propia gente.
Éramos comunmente conocidos de igual forma como los cuervos del sur.
Nos otorgaron ese mote en honor a nuestra manía bastante distintiva de dejar la silueta de aquel animal sobre cualquier superficie del sitio donde atacamos junto a las siglas P.T.
El equipo es totalmente clandestino, pero admito que las autoridades y el gobierno han apostado bien sus huevos para únicamente saber el nombre del mismo hace unos buenos pares de meses.
Las identidades de cada quien no han sido hasta la fecha reveladas ni hemos sido capturados gracias a la gigantesca cautela y discreción que hemos sabido mantener desde el comienzo, cubriendo nuestros rostros con máscaras y utilizando seudónimos para proteger nuestros verdaderos nombres. Incluso nos es costumbre mudarnos de base con frecuencia, buscando sitios cada vez más intrincados y estratégicos para evitar ser emboscados lo menos posible.
El grupo es razonablemente grande, suele dividirse en subunidades y en dependencia del plan que se haya conformado para cada misión es que se envían los integrantes necesarios.
Ser numerosos ha sido desde siempre una fortaleza, no siempre acudimos los mismos a todas las asignaciones y eso complica los planes para intentar dar con alguno de nuestros miembros siquiera.
