Prólogo

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Miseria y muerte. Esas son las consecuencias de una guerra. Era el año 1373 de la Segunda Edad Solar cuando el gran reino de Caslén decidió invadir el reino de Genda, con el fin de desterrar al pueblo Unto, que había invadido la zona cien años antes y de apoco iba avanzando hacia la frontera. Fue una lucha de veinticinco años que finalmente llevó a la victoria de los caslenos. Pero los tiempos de paz nunca vinieron, tres grandes que dirigieron la guerra se rebelaron contra los reyes buscando gobernar. Esa fue la guerra más violenta y sangrienta que vio el continente de Veno, nada peor que la lucha de hombres ansiosos por el poder, sin temer a nadie, ni siquiera al juicio de Dios. La victoria de los tres después de diez años no trajo sino más miseria y muerte, pues cada uno quería ser quien se impusiera por sobre los demás, por lo que la guerra continúo. Finalmente, la paz llegó cuatro años después, cuando decidieron poner fin a la guerra por medio del Acuerdo de los ríos, en que el gran territorio disputado fue divido en tres reinos: El reino de Antino, al norte del río Tehú, al oeste del río Biba, al sur del mar adriánico y al este del reino vecino de Pargo; el reino de Emino, al norte del río Tehú, al este del río Biba, al oeste del mar alejándrico y al sur del mar adriánico; y el reino de Iuno, al sur del río Tehú, al este del reino Pargo, al oeste del mar alejándrico y al norte del mar augústico.

Pero el rey del reino de Iuno, Basilio I, se encargó de siempre mantener en el filo de la espada la paz que tanto costó obtener, porque él deseaba más poder, deseaba ampliar su reino y conquistar Antino y Emino y haría todo lo que estuviera en sus manos para lograr su cometido, pues no le temía a nadie ni a nada, él era el rey de reyes, y no se inclinaría ante nadie, ni siquiera ante Dios. Y así, Basilio I y todos sus sucesores mantuvieron esas ansias de ampliarse bajo control durante casi cien años, preparándose para la invasión, hasta que, en 1512 de la Segunda Edad Solar, Basilio III finalmente decidió invadir el reino de Antino.

Los reinos de Antino y Emino, por su parte, ansiaban la paz, y poco a poco fueron estrechando sus relaciones. La situación se mantuvo en calma hasta la invasión de Iuno a Antino, año en el que por fin decidieron unir fuerzas, por medio de un acuerdo matrimonial entre los dos jóvenes herederos de cada reino. Pero lograr que la princesa Arisbeth acepte casarse con el príncipe heredero Rafael será difícil de lograr, sobre todo cuando la infanta Mara, hermana menor de Arisbeth, se interponga.

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