Hermandad.

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Desperté teniendo una sensación de palpitaciones en el rostro y lo que parecía engrudo pegado a la mejilla. Cuando traté de quitármelo la mascara salió de ahí. Se me había encajado porque me había quedado dormido sobre uno de los bordes de ésta. Ahora tenía una bonita marca que parecía un corte en el rostro, rojo y palpitante.

Me puse a hacer las mismas cosas que hacía siempre: ejercicio, caminar, medicamentos, respirar. Mi vida estaba cayendo en la peor monotonía que jamás hubiera imaginado, y como diría la que factura: no fue culpa tuya, no fue culpa mía.

Para salir de ese círculo decidí resolver un temita que no había resuelto hace tiempo: la hermandad. Lo único que recordaba de la hermandad era un pequeño recuerdo de cuando en la despedida de soltero Vegetta había mencionado que estábamos todos juntos como una especie de hermandad. En este grupo figurábamos Willy, Vege, Fargan y yo, y por alguna razón sentía que ese pasado extraño tenía en realidad una respuesta en alguno de ellos. 

Salí de la cabaña con la máscara dentro de la mochila y me fui hacia la casa de Vege, que como siempre era enorme y estaba muy simétrica. Este hombrico nunca cambiaba... 

Toqué la puerta dos veces y me quedé ahí, sin hacer nada más que admirar el suelo como si fuese la cosa más interesante del mundo. La voz del mayor fue lo que me hizo salir de ese pequeño trance.

Se me acaba el papel de la carta, ¡carajo! Y escribir atrás me da TOC, así que te diré el resto en la siguiente carta.

Besitos:

Rubius (experto en minas)

Cartas a mi patito | RubckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora