Visita inesperada.

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Hoy me levanté más temprano que nunca, hice mis cosas, tomé mis medicamentos y me preparé para ir a la calle. Tomé una pequeña mochila y guardé algunas cosas necesarias para un pequeño viaje. 

Sé que tal vez debí contarte antes, decirte que iba a volver, pero fue una decisión de último momento después de haber hablado con los pueblerinos. Así que bueno, al final no dije nada porque, si estoy escribiendo esto, es porque algo cambió en la marcha.

Fui hacia casa, hasta nuestro hogar, esperando que estuvieras ahí con los niños y pudiera verlos aunque sea una vez más antes de seguir con mi tratamiento. Me sentí muy vacío cuando noté que la casa estaba igualmente vacía, no había nadie, ni niños, ni tú, nadie.

El primer pensamiento que me vino a la cabeza fue que seguramente estabas en casa de Sapo o Nieves, pero eran casas que estaban alejadas entre sí, y el hecho de pensar que tenía que visitar ambas me desanimó. Era como buscar la aguja en la paja. ¿Volvería a tratar? Es probable, pero no pronto.

Al final volví a casa, casi llorando, tratando de esperar a otro día donde tuviera más suerte, porque por alguna razón la debilidad en mi cuerpo al final me traicionó y evitó que te buscara más allá. Vaya cobarde...

Con amor:

Rubius (osito)

Cartas a mi patito | RubckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora