Ryuu: El camino del dragón

La fuerza del corazón.

Capítulo 7: La fuerza del corazón.

La bestia ruge mirando al cielo y dando un grito bestial que aturde a todos los Mukiha. Luego de aquel nefasto grito, baja la mirada, y la levanta hacia mí apuntándome con su kanabo. Estando paralizado, puedo sentir nada más en mi cuerpo congelándose por el terror que este demonio inculca frente a mis ojos.

El Oni sin más viene corriendo hacia mí, y poco a poco solo puedo sentir el dragón de mi interior, que me quema desde mi corazón gritando por destruirlo, pero para eso, ya es tarde. El monstruo brinca hacia mí con su kanabo y, una vez más, solo me quedan mis pensamientos, que poco a poco se borran...

En ese preciso instante, antes de que el Oni pudiera matar a Ryuuzaki, había llegado Kaze, que se había hecho invisible. Traspasando su pecho, el yokai se debilitó por un instante. Kaze salvó a Ryuuzaki, una vez más.

Kaze me salva del Oni ahora es a mi caballo a quien quiere atacar. De repente llega mi prima Kaori con sus alas coloridas, que le echa a la bestia su perfume venenoso. Como un destello, Kaori va cortando el cuerpo de la bestia con su katana. Pero la bestia poco a poco se va regenerando y llenándose de ira intenta aniquilar a Kaori. Justo en ese momento llega la gemela de Kaori, Emiko, que de su mano expulsa una especie de polvo mágico, que marea al Oni. Las gemelas atacan al yokai reduciendo su fuerza. Sin embargo, el yokai se regenera e intenta atacar a mis primas con su kanabo.

-¡Oye tú, te ves un poco oscuro! ¡Toma un poco de luz! -le grita mi Tío Jomei (primo del señor Mukiha) Mostrándole su la luz de su katana ciega a la bestia por un instante y, velozmente corre hacia el Oni y lo corta a la mitad con el destello de su espada luminosa. El yokai parece desaparecer por un instante, cosa que confunde a Jomei, y en medio de su confusión, mi tío es golpeado por el kanabo de la bestia, que lo manda a volar como a mi padre. Lo mismo hace con mis primas. Llega Miku, y sabiendo los movimientos que hará el yokai lo ataca con precisión, pero hay un problema, Miku no es muy fuerte, y aunque sea precisa en los movimientos del enemigo no llega a ser veloz para esquivar al yokai, y termina en el suelo golpeada. El yokai intenta rematar a mi prima, pero antes de que pueda intervenir, Kaori lastimada llega por detrás del Oni cortándole la espalda. El yokai rápidamente agarra a Kaori con su asquerosa mano y trata de aplastar a mi prima y con su otra mano está el kanabo con el que quiere atacar a mi prima. El dragón me da fuerza para poder atacar, pero otra vez tengo la intervención de un familiar, en esta ocasión es mi primo Yamato, que envés de ir detrás del yokai como Kaori, Yamato va de frente, y con sus rayos en su cuerpo hasta sus dos wakizashi. Eso lastima completamente al oni. Yamato entonces aprovecha que está herido para poder tomar a Kaori desde sus brazos hasta el pliegue de sus rodillas, y vuelan hasta el techo de una casa. A la par de que había llegado detrás de Yamato mi tío Kenji, por pedido de mi primo para tomar a Miku e ir hacia otro techo.

El oni se recupera del ataque del guerrero de los rayos y, sin pensar en más, se vuelve a fijar en mí, con esos ojos oscuros llenos de ira, y al exhalar el humo rojo que sale de su boca llena de colmillos, toma con fuerza su kanabo. Mientras que yo intento liberar mi poder, el que el dragón me ha dado para convertirse en el mejor guerrero, sin embargo, no tiene caso. A pesar de que apriete mis manos, a pesar de que sienta odio por este monstruo, a pesar de que mi vida corre peligro por estar enfrentándome a una bestia del infierno, mi dragón parece ya no responder.

-¡Ryuu! -el yokai viene corriendo hacia mi persona inmóvil, reflejando ira y sed de destrucción, y cuando salta poniéndose en posición de asalto, mi tía Ena interviene en el momento, y desde su puño lanza un resplandor que petrifica al oni -¿Qué ocurre con tu dragón, Ryuuzaki?

-No lo sé, tía. Solo sé que es necesario en este momento.

-Tranquilo. Mira, tengo algo que te pertenece -en ese, el oni con su kanabo nos golpea a los dos. Estando muy lastimados, mi tía y yo nos encontramos en el techo de una de las casas de la ciudad.