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ㅡ Park, eres un imbécil

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Park, eres un imbécil.

 Heeseung, déjame explicarlo..

Aquel momento, aquellas palabras, aquel zumbido en sus oídos, el aire que parecía no querer entrar en sus pulmones y las lágrimas que no le permitían ver más que una imagen distorsionada de todo lo que le rodeaba.

ㅡ Heeseung, tienes que arreglarte.ㅡ Le recordó la pelirroja palmeando su hombro para hacerle reaccionar.

ㅡ Lo sé.ㅡ Murmuró siguiendo con lo que estaba haciendo antes que su mente se perdiera en aquellos estúpidos recuerdos: ponerse rubor.

Solo pudo maldecirse a sí mismo mientras terminaba de subir sus medias hasta sus muslos.

Heeseung aunque no quería pensar en el desgraciado de su ex novio, pero no podía evitarlo, era la razón por la que estaba trabajando allí, en un lugar al que todos todos llamarían "prostíbulo". Aunque eso era erróneo, ya que él jamás se había acostado con ninguno de sus clientes, ni siquiera lo habían tocado, y los prostíbulos no son así, la gente allí no tenía más opción que acostarse con alguien para ganar dinero, y aunque sí, ganaban mucho más de lo que él, en ese lado del club, no le interesaba. A él no le gustaba tener que hacer cosas distintas, por esto siempre optaba por no subir al escenario donde quienes lo hacían, bailaban toda la noche en finos y altos tacones, y aunque se llevaban una propina extra, prefería evitar el contacto físico con cualquier persona.

Heeseung preferiría quedarse en la cabina, era como un tipo de juego y le divertía enormemente cuando los clientes quedaban fascinados con él y fastidiados porque la ventanilla se cerraba indicándole que debían poner otra ficha o comprar más para seguir viéndolo. Amaba siempre que volvían con otro puñado de fichas, sabía que cada una significaba un minuto más de "trabajo", pero a él en serio le gustaba causar todo aquello en un extraño con solo posar, tocarse a sí mismo y quitarse la ropa que traía encima, amaba ser admirado.

Lee tenía un cuerpo envidiable aunque a veces no era del todo sano como habían días en los que simplemente no quería comer y no lo hacía, eso lo mantenía con sueño la mayor parte del día y aunque sabía que ser delgado nunca fue un requisito para el club, él quería lucir espléndido.

Y lo lograba, sin dudas.

Sus piernas largas, sus clavículas marcadas y su delgadez, dejaban sin palabras a los clientes y eso sin mencionar su bonito trasero.

¿¡Cómo demonios podía un trasero considerarse "bonito"!?

Pues el chico 553 sabía cómo hacerlo. Si, 553 era el número de su cabina y por supuesto él jamás les decía su nombre a sus clientes. En el trabajo él era "Cutie", y demonios que sí insistían en saber más de él, pero Heeseung era astuto y sabía cómo responder a sus dudas dejándolos satisfechos a base de mentiras.

Solía inventar historias sobre que sus padres lo habían vendido porque estaban en quiebra, o que era un refugiado norcoreano que no encontraba otro trabajo.

Cutie || heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora