4.

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Maldita resaca. Estúpido Cheeto. Maldito móvil.

No podía levantarme, mis pies no se coordinaban. Simplemente, no podía pararme.

Cuando, después de varios intentos fallidos, me paré, instintivamente estiré mi mano y alcanzar mi móvil.

¡No estaba!

Y ahí estaba de nuevo, el recuerdo de Cheeto borracho y mi móvil en el suelo.

Me relajé bajo la ducha y me vestí. Camine, y casi corrí hasta la casa de Mangel.

-¡Mangel! ¡Abre la maldita puerta!

-¿Quién diablos toca a esta hora?

Abrió la puerta y soltó un bufido.

-¿Que haces aquí?

-Vine por algo.

Entré rápidamente y camine hasta la cocina, y ahí estaba. Mi difunto móvil.

-Maldito Cheeto.

-¿Que pasó?

-Larga historia, luego te cuento. Ahora tendré que ir por otro móvil.

-Bueno.-bostezó.-Vete, quiero dormir.

-Adiós, mahe.

-Adiós, rubiuh.

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