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Rubén: Buenos días, princesa.

Danielle: Buenos días, principe.

Rubén: ¿Como amaneciste?

Danielle: Con tu visita, mas que bien.

Rubén: Que linda. Aunque aún nos queda tiempo juntos.

Danielle: ¿Por cuánto estarás aquí?

Rubén: Tres días más.

Danielle: ¡Que bueno! Creo que tenemos muchos lugares por recorrer.

Rubén: Si estoy contigo, no me importa el lugar.

Danielle: Aún no creo que seas tú...

Rubén: Pues creelo.

Danielle: Estoy aún procesando todo.

Rubén: Yo también, no puedo creer que esté aqui.

Danielle: Ha sido muy lindo lo que has hecho.

Rubén: ¿El qué?

Danielle: Venir a Barcelona.

Rubén: Es lo menos que pude haber hecho. Quería conocerte.

Danielle: :3

Rubén: ¿Donde estás?

Danielle: En el departamento de mi prima, donde me has venido a dejar ayer...¿Por qué?

Rubén: ¿Me abres la puerta?

Danielle: ¡¿Estas afuera?!

Rubén: Compruebalo.

Danielle: ¡Pero estoy en pijama de ositos!

Rubén: e.e

Danielle: .-.

Rubén: Abre la puerta, muyaya. Hay un pequeño mirandome mal.

Danielle: ¡Voy! Pero no hagas ruido, Kate duerme aún.

Rubén: Okay...¡Pero que abras la puerta!

Bloqueé el móvil, me acerqué al espejo y peiné un poco mi cabello con los dedos.

¡¿Por qué Kate había decidido prestarme su pijama de ositos?!

Caminé sin hacer mucho ruido hasta la puerta y la abrí lentamente.

-¡Ho...

Tapé su boca y le indiqué que pasara a mi habitación. Me miró con confusión, pero obedientemente pasó.

Buen chico.

-¿Y a ti que te pasa?

-Shh... Kate está en la otra habitación y te dije que mantuvieras silencio.

Me miró a los ojos y luego mi cuerpo, y fue ahí cuando me di cuenta.

¡El pijama de osos!

Me miró nuevamente a los ojos y se rió.

-¡Hey! No te rías.

-Lo siento. Es que te ves divertida...

Me avergoncé y miré al suelo. Sentí sus pasos cerca de mí y miré nuevamente. Estaba frente a mí.

-...pero te ves jodidamente dulce.

Sonreí levemente y le pegué con mi puño en su pecho para luego caminar y tirarme sobre mi cama.

-¿Y por qué estas aquí tan temprano? ¿Eres de esos que madrugan?

-Solo quería sorprenderte.-admitió.

-Pues son las...10 en punto.

-Si...bueno. Pensé que podrías mostrarme la ciudad, no lo sé.

-Si, pero luego. No quiero levantarme aún.

-Entonces hazte a un lado. Te acompañaré.

Y creo que como cualquier persona...o yo, se me aceleró el ritmo de mi corazón, pero obediente, me arrastré un poco sobre las sábanas y Rubén se sentó a mi lado. Si bien, Rubén era mucho más alto que yo, al estar sentado no se notaba tanto nuestra diferencia y lograbamos mirarnos a una altura adecuada. Lo miré directamente a los ojos y pude notar cada detalle de ellos.

Rubén comenzó a acercarse y tomó mis labios en un beso corto.

-Lo siento, pero me debías mis "buenos días".

-Buen pago.-sonrió.

Apoyé mi cabeza sobre su pecho y encendí la televisión.

Estos serían los mejores días de mi vida.

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