Capítulo 3.

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Estaba anocheciendo en el campamento y podemos ver a un chico caminando en dirección a su cabaña, acompañado de su mejor amiga.

 —¡Sí! La mejor parte fue cuando saltaste sobre aquel chico y anotaste una canasta.— Comentó exaltado el pequeño elefante, mientras hacia gestos con las manos acompañando la anécdota.

 —Jaja, basta Oscar. Teníamos que anotar y pensé que seria la mejor manera de encestar. Aunque si te soy sincera hasta a mí me sorprendió ese tiro.— Mencionó Erizo mientras abría la puerta de su cabaña, entrando a la misma y dejando la bolsa que llevaba sobre su cama.

 —Te dije que yo podía dejarla la bolsa por ti— Expresó Oscar mientras se encontraba en la entrada de la cabaña de Erizo.

 —No iba a dejar que llevaras mis cosas y las tuyas desde la cancha, Oscar. Además de que está algo lejos ibas a venir cansado por la actividad.— Comentó Erizo mientras tomaba un cambio de ropa de su armario.

 —Bueno, tienes un punto.— Dijo el elefante. —Como sea, ¿para que llevas ese cambio de ropa?— Preguntó curioso.

 —Betsy me invito a una pijamada y pienso bañarme en su cabaña. Para no hacerla esperar de más.— Respondió la erizo mientras terminaba de guardar su ropa en una bolsa diferente. —Bueno, ya terminé— Agregó para después salir de su cabaña justo después que su amigo, cerrando la puerta de su cabaña.

 —Es una lastima que no pueda acompañarte, la verdad me gustaría ir contigo.— Dijo el elefante con un tono algo decepcionado, mirando como su amiga asegura su cabaña.

Mientras que Erizo escondía la llave de su cabaña debajo de una piedra le contestó al elefante: —A mí también me gustaría pero cuando estoy contigo no puedo parar de tontear y Betsy menciono algo de unos libros antiguos de magia, así que muy probablemente nos la pasemos leyendo.— Explicó con una risa.

 —Bueno, pero si algún día tienen una pijamada que incluya tontear tendrás que invitarme.— Mencionó el elefante para después darle un abrazo de despedida a su amiga.

 —Dalo por hecho, Oscar.— Respondió entre risas mientras le correspondía el abrazo a su amigo, para segundos después separarse del mismo. —Bueno, bueno. Ya me tengo que ir, se me hace tarde.— 

Erizo partió hacia las cabañas de las consejeras, despidiéndose de su amigo agitando su mano mientras se alejaba más y más, cosa que replico Oscar. Ya cuando perdió de vista a su amiga fue en direccion a su cabaña.

Oscar abrió la puerta pero las luces estaban apagadas, cosa que le pareció extraño. Así que fue en direccion hacia el interruptor y encendió las luces, y en ese preciso momento fue que la vio, a su peor-mejor archiamiga, Susie.

 —¡¿Su-Susie?!— Gritó el chico. —¡¿Qué haces en mi cabaña?! ¡¿Y que hacías con las luces apagadas?! ¡¿Y donde esta Pijamas?!— El chico no dejaba de preguntarle a la pelirrosa.

 —Ay, ya deja de gritar tanto, bebé y créeme, yo tampoco quiero estar aquí. Y respondiendo a tus preguntas. Primero, te necesito para algo importante. Segundo, quería asustarte. Y tercero, esta en mi cabaña con Jimjams; vine por mi pijama hace una hora y le ofrecí a Pijamas que se quedara en mi cabaña con Jimjams, así que no te preocupes.— Respondió la gata mientras se encontraba leyendo ese extraño libro, sentada en la cama de Oscar.

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