Capítulo 4.

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Oscar se encontraba acostado en sobre el pedazo de madera, listo para comenzar. Mientras que Susie con una gran sonrisa daba un vistazo a aquel mapa, el cual mostraba el estado actual de la magia.

 —Veras Oscar, el hechizo hace uso de tu magia, ya que tu propagas la misma, como un virus por así decirlo y es muy contagioso. El hechizo usara esa cualidad tuya y la aplicara a la magia misma.— Agregó para después soltar una pequeña risa. —Y el brebaje que te hice beber multiplica esas cualidades de propagación, por eso me siento tan feliz, está funcionando.— Comentó la gata con una gran sonrisa, aunque eso la molestaba un poco, no le gustaba estar feliz amenos que fuera por una buena razón.

 —Entonces... ¿Salvaré a la magia?— Preguntó Oscar, mientras jugaba con sus manos debido al nerviosismo que le provocó su misma pregunta.

 —La salvaremos... Y tranquilo, todo estará bien, ¿de acuerdo?— Comentó serena la gata, recibiendo un gesto de positividad de parte del elefante. —Bien, comenzaré a recitar el hechizo y probablemente sentirás un cosquilleo por todo tu cuerpo.— 

La gata suspendió el mapa cerca suyo con magia y con libro en mano comenzó a recitar el contenido de una de las paginas del mismo. Oscar no entendía lo que la gata decía en voz alta y eso lo ponía un tanto nervioso, pero él confiaba en Susie así que comenzó a relajarse, cerrando sus ojos, dejando que la bruja hiciera lo suyo. Pasaron los segundos y el elefante comenzó a sentir una sensación de cosquilleo, pero fue escalando a gran velocidad, pasando a ser un poco molesto incluso hasta doloroso

 —Ehh... S-Susie, me está doliendo...— Exclamó el elefante mientras comenzó a moverse ligeramente de un lado a otro, quería levantarse de la tabla pero no podía, era como si estuviera pegado a ella.

Susie ignoro los quejidos de Oscar, ella pensaba que no eran para tanto y continuo leyendo en voz alta. Así pasaron los segundos hasta que los ojos de Oscar se abrieron revelando un color rosa brillante e intenso que salía de sus cuencas, posteriormente los garabatos que tenia el pedazo de madera comenzaron a brillar con el mismo color e intensidad. El elefante aún conservaba la cara de molestia aun con los ojos abiertos cosa que no le importaba a la gata, ella dirigió su mirada hacia al mapa, viendo como la magia comenzaba a expandirse lentamente.

  —¡Funciona!— Dijo para si misma con gran alegría aun sin dejar de recitar el hechizo, sentía como la libertad estaba llegando a ella lentamente.

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un grito. Era Oscar, el chico estaba gritando desesperadamente debido al dolor que le causaba el ritual, no paraba de gritar y Susie no sabia que hacer, estaba desesperada. Una pagina separaba su moralidad de la libertad; la gata no sabia cuál elegir.

Pasaron unos segundos que se sintieron como eternidades para Susie, hasta que tomó una decisión. 

 —¡Ya voy, Oscar!— Gritó la felina, arrojando el libro mientras que corría hacia el elefante para socorrerlo.

Lastima que lo único que pudo hacer fue recibir una explosión de energía en su cara acompañado con el último grito de Oscar.

Pasaron alrededor de 3 minutos y Susie se levantaba del suelo lentamente, estaba aturdida y con la visión borrosa intento ver que había pasado con Oscar pero al recuperar su vista solo vio un gran hueco en la nieve, donde solo se encontraba una de las naranjas que le había dado a Oscar anteriormente.



Erizo se levanto de la cama de Betsy debido a los grandes llantos que se escuchaban por toda la cabaña. Se acerco al sofá ya que de ahí venían los lamentos y ahí se encontró a Betsy consolando a Susie.

 —¡¿Qué le sucede?!— preguntó Erizo tapándose la boca de la impresión al ver a Susie en ese estado tan deplorable.

 Betsy volteo a ver a su amiga espinosa y con una cara llena de preocupación respondió. —No lo sé Erizo, no me ha dicho nada desde que llego a mi cabaña. Parece estar en un estado de shock, así que lo mejor que puedo hacer es estar aquí para ella.

 —Ya veo... Supongo que es mejor que las deje solas, me hablas si necesitas algo de mi— Comentó Erizo, mientras que recogía sus cosas y salía por la entrada de la cabaña de Betsy.

 —Gracias.— Respondió Betsy mientras se despedía de su alumna agitando una de sus manos, mientras seguía abrazando a su amiga la cual no dejaba de llorar.


Erizo se dirigió hacia su cabaña, su mente no dejaba de ver esa imagen que tenia de Susie. Debido a su experiencia anterior como detective intentaba darle una explicación al estado actual de la bruja, pero no hubo éxito ya que no tenia ni una idea de lo que había ocurrido. 

Dejo de darle tantas vueltas al asunto y por fin había llegado a su cabaña, quería comentárselo a su mejor amigo pero debido a que faltaba poco para que amaneciera decidió mejor irse a dormir y decírselo en la mañana cuando fueran hacia la cafetería como era costumbre hacerlo cada día.



Erizo despertó lentamente, comenzó a estirarse para darle la bienvenida a la mañana. Le pareció extraño que Oscar no la hubiera venido a despertar, siendo que él se duerme muy temprano y suele venir temprano a saludar.

 —Tal vez tuvo otra pijamada con Pijamas y se durmió tarde— Comentó la erizo mientras se preparaba para iniciar su rutina diaria. Se baño y se vistió, cuando termino de prepararse se dirijo hacia la salida pero antes de siquiera tocar la perilla de su puerta vio un pequeño pedazo de papel que estaba justo en la entrada de su cabaña, ella lo recogió y procedió a leerlo.

"Queridos campistas, queremos hacerles saber que las actividades diarias quedarán suspendidas hasta nuevo aviso. Atentamente: Las Brujas."

Erizo dedujo que fue por el evento que presenció hace no muchas horas.

 —Bueno, supongo que iré a darle las noticias a Oscar.— Dijo para después poner ese pedazo de papel sobre su mesita de noche y salir de su cabaña.

Erizo al salir fue en direccion a la cabaña de su mejor amigo y procedió a tocar la puerta, espero unos segundos y la que respondió al llamado de la erizo fue la bruja Alice.

 —¡Eh! ¿Alice? ¿Qué haces en la cabaña de Oscar?— Preguntó Erizo.

 —Oh claro... Aún no lo sabes.— Comentó la bruja para tomar de la mano a Erizo y meterla a la cabaña, cerrando la misma. —Siento que sea yo la que tenga que decirte esto pero... Oscar está desaparecido...—




Continuará...

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