Un día nuevo comenzaba, de la misma manera en que lo ha hecho durante los últimos años, aún con el cambio de aires. El reloj sonaba en punto de las siete treinta, me hacía la dormida hasta que Diamante me despertaba con un beso, luego él se dirigía a la ducha y yo bajaba a preparar el desayuno.
Para este día, la barba de mi amado esposo había crecido un poco, así que demoró cinco minutos más de lo normal para rasurar y dejar su piel libre de vello.
De nueva cuenta, tan pronto como entré a la cocina me puse en acción. Del refrigerador tomé un poco de jamón de pavo, mayonesa baja en grasa, lechuga y un poco de tomate para crear un par de emparedados, desde luego, con pan integral. No me juzguen, pero el cuidado personal y el aspecto físico era muy importante para nosotros, más para Diamante, pues decía que tener una esposa atractiva siempre le daría a él un plus en todo su ámbito laboral, y creo que eso me agradaba. Era bastante gratificante llegar a las reuniones de trabajo de mi esposo, de su brazo mientras él me presumía con orgullo y yo atraía las miradas de los presentes.
—¿Ya está listo el desayuno?— para Diamante la puntualidad era algo prioritario, hasta enfermizo en cierta forma. Siempre estaba al pendiente de los tiempos y horarios en todo, pero lo entendía pues su trabajo le demandaba exactitud en cuanto a reuniones y citas.
—Tranquilo, todo está listo. Cinco minutos no son nada— hablé refiriéndome al tiempo que utilizó en pulir su bello rostro al mismo tiempo que acerqué los emparedados y un poco de jugo de naranja recién hecho.
—Tal vez para ti no sean importantes, pero para mi son de vida o muerte. Imagina que el jefe llegue tarde, ¿Qué crees que pensará el personal que trabaja para mi?— en cierta parte tenía razón. Como cabeza de una empresa tenía que poner el ejemplo.
Decidí no decir nada pues no quería que mi día comenzara igual de amargo que muchos otros anteriormente. Así que decidí no decir quedarme en total silencio hasta que Diamante comenzó a hablar, iniciando una conversación un poco amena.
—¿Cómo estuvo tu día ayer? ¿Fuiste de compras?— En definitiva, una charla así entre nosotros no era normal.
—No, en realidad no salí de casa— respondí de la manera más corta y educada posible.
—Lo siento, Serena. No es mi intención que la pases encerrada y aburrida, pero debo atender la compañía. Esta es una gran oportunidad para hacer crecer nuestro patrimonio. Lo hago por ti, por nuestros hijos que, desde luego, vamos a tener, y por mi, ya no soy un muchacho y quiero asegurar una vejez tranquila y libre de preocupaciones— ahora mi esposo estaba entrando en modo melancólico.
—No digas eso, apenas tienes cuarenta años y luces joven y fuerte— la verdad verlo así me entusiasmo mucho, parecía que era el Diamante que me enamoró con sus palabras románticas, lo único que había empañado su plática era su insistencia de tener hijos. Sé perfectamente que es lo normal en una pareja, pero aún cuando llevábamos diez años juntos, no lo habíamos logrado.
— Aun así, tengo que velar por el futuro de la familia que estoy seguro que pronto formaremos, pero no quiero que porque yo estoy metido todo el día en el trabajo tu te la pases aquí, sola y aburrida— la verdad me estaba convenciendo de ser un esposo tierno y comprensivo.
—Pues no creas que me aburrí. No se por que no me dijiste que había un sótano. El espacio es pequeño pero ayer mientras recorría nuestra enorme casa lo descubrí. Espero que no te moleste pero quiero hacer ahí un pequeño estudio para poder encerrarme a escribir sin que eso te moleste— ya que estaba tan amable decidí contarle sobre mis planes.
—Pues no veo por qué debería molestarme. Si tienes un espacio privado para eso que haces está bien, así no me incomodas— en esta respuesta ya no supe si su respuesta me había gustado o no. Parecía que me estaba dando autorización para armar mi espacio personal, pero aun seguía pensando que mi pasatiempo era basura y tiempo perdido. —Si necesitas algo para acondicionar ese cuarto de trebejos solo dímelo— de nuevo había utilizado su tono un poco despectivo, pero aprovecharía su oferta.
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Deseos prohibidos
Fanfiction"Siempre fui la chica que cortó sus propias alas para complacer al mundo entero antes que a mí... Hasta que alguien me enseñó a volar." Una solitaria mujer de treinta años comienza una relación de amistad con su vecino de enfrente, un chico de veint...