Deseos prohibidos

7. Confesiones Del Pasado

—Pensé que no querías bailar. Aun así, me alegra que lo hayas hecho. Tenía tantas ganas de un momento así entre nosotros— le hablé a Diamante llena de ilusión mientras la música al fondo acompañaba nuestros movimientos.

—Este cliente nuevo de Zafiro y mío es un hombre bastante influyente. La prensa acaba de llegar para documentar el evento y no quiero que las notas de chismes me hagan una primera plana diciendo que mientras yo platicaba mi esposa bailaba con "UN ESCUINCLE"— ante la actitud que Diamante tomaba con Darien supuse que no le caía bien.

—¿Es mi imaginación o ese muchacho no es de tu agrado?— la verdad es que no entendía de dónde le salía tanto rencor hacia Darien.

—Por favor, Serena, es un mocoso irrespetuoso. Le importa un comino el bienestar de los vecinos. Tu no sabes nada porque recién llegaste pero ese ruido que escuchamos en la mañana fue provocado por él y un estúpido aparato que posee.

—Pues yo creo que lo que hace es un trabajo honrado— respondí sin pensar en mis palabras.

—¿Qué cosa estás diciendo?— De forma sorpresiva Diamante me sujetó de los hombros y me alejo de él, aunque de manera discreta pues no debía dar de qué hablar. —¿Acaso has cruzado palabras con el hijo de Zafiro?— esto no estaba nada bien.

—No... Solo me dijo lo de su empleo ahora que estábamos bailando... Me pareció que era una buena opción para ganar unas monedas— tuve que mentir. A todas luces Darien no era una persona grata para mi esposo, así que no podía decirle que había entrado a nuestra casa y hasta su cabello había recortado.

—Suficiente, regresemos a la mesa. Aun tengo cosas que arreglar con Zafiro y ni siquiera he brindado con el anfitrión— fue así como toda la magia de media pieza musical se esfumó en segundos.

La música terminó y mi esposo y yo volvimos a la misma posición de antes; él hablando de negocios, y yo, sumida en el aburrimiento.

Unos minutos más tarde, Zafiro y Diamante se levantaron para ir al encuentro con su nuevo cliente. Esto, sin duda, había sido un escalón más en la nueva alianza comercial de mi esposo. Era doloroso pero la realidad es que mi Diamante nunca había tenido la más mínima intención de pasar una divertida noche de pareja. Todo había sido tal y como Darien lo había dicho, una ridícula reunión llena de gente hipócrita y lame botas.

—¿Por qué en vez de lloriquear no te pones en acción?— al pensar en que mi noche no había sido la esperada, mis ojos se cristalizaron. La humedad en ellos era tanta que hasta Darien lo había notado.

—¿Y qué pretendes que haga?— estaba molesta y respondí con rudeza a alguien que no tenía la culpa de nada.

—Ven, vayamos a la terraza— de forma hábil Darien se levantó y me sujeto de la mano para guiarme a la parte externa del salón, pero mi negativa se hizo presente.

—¿Qué intentas hacer? Te recuerdo que soy una mujer casada. Hay demasiada prensa en este lugar y no quiero que conviertan nuestra reunión privada en algo que no es— lo que menos quería era que tomaran alguna fotografía y pusieran en ella un encabezado mal intencionado que me trajera problemas con mi esposo.

—Pues que lo hagan, que escriban que la señora Black se veía a escondidas con el hijo del socio de su esposo. Tal vez eso le enseñe a respetarte y a darte tu lugar— en un inicio no entendí a que se estaba refiriendo pero pronto lo averiguaría.

—¿Qué insinúas? Por supuesto que Diamante me da el lugar que me corresponde. Tu mismo fuiste testigo de que me presento con orgullo, como su esposa— debía dejarle en claro que Diamante me amaba.

—Yo creo que más bien te presentó como un trofeo, como si fueras el premio mayor de la lotería, y no porque no lo seas, sino porque haciendo eso todos quedan admirados de que su esposa sea más joven que él. Además, si en verdad te respetara no estaría tomando esa actitud— simultáneamente, mientras decía aquella última frase, señaló en dirección a Diamante.