Como comenzó

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No quería contar esta parte de la historia porque sería solo desde mi punto de vista, pero cuando empezaron a preguntarme por ti no supe que responder. Pero tampoco quería volver hablar de ti.
El tiempo que pasamos juntos ya no guarda un espacio en mi memoria y los detalles se han difuminado con el tiempo pero prometo que intentaré recordar lo más importante.

Abriste la puerta y entraste a mi vida, recuerdo vagamente que me ponías nerviosa. Se acercaba tu cumpleaños, siempre he sido buena con las fechas importantes. Conversamos bastante, intercambiamos nuestros números de teléfono y quedamos de volvernos a ver.

-Discúlpame si voy rápido, este no será una historia larga. No quiero que malinterpretes que vuelva a nombrarte, ya somos personas maduras y con sus vidas hechas lejos el uno del otro.

Me invitaste a salir para conversar, querías retomar la conversación de aquel día, pero yo aún era una bola de nervios y no me dio hambre a pesar de que me habías invitado a comer. Así que continuamos visitando las tiendas de los alrededores, nunca entendí porque, hasta me hiciste probarme ropa para ti. No lo parecías pero eras bastante arriesgado, siempre jugando con fuego.

Salimos con mi grupo de amistades, a los lugares que se visitaban hace diez años atrás. Y ahí estábamos tú y yo siendo testigos de un nuevo sentimiento que se asomaba. Siempre supe que te gustaba, me lo decían tus vivos ojos azules. También que no hacías nada para esconderlo, cada vez que abría la boca para decir algo te quedabas absorto mirándome. Incluso te hacía reír con mis ocurrencias.

En una de las salidas nos sentamos en el parqueo de un edificio, el muro que daba al mar estaba en un segundo piso. Ese día me hiciste sentar lejos del borde, cuidándome de no caerme. Nunca he sido la chica más delicada del mundo pero lo era para ti.

Y de salida en salida, llegó el día esperado.
A quien se le ocurrió declararse diciendo una semana antes "-Tenemos que hablar".  Estuve una semana entera inventándome excusas para no ir, sabía de lo que querías hablar pero la expectativa y la espera me dan ansiedad.

Si, descubrí que tengo ansiedad, que por eso dejaba o más bien huía de cualquier situación que no pudiera controlar emocionalmente. He aprendido a controlarlo pero aún me dan ataques de ansiedad. Nunca lo supiste o más bien nunca supiste cómo sobrellevarlo. No te culpo, no estábamos echos para algo más.

Llegó el viernes y te declaraste. No recuerdo mucho de lo que dijiste, pero recuerdo haber dicho que si. Lo que vino después me dejó sin habla, y así estuve toda la noche. Te despedí en la parada del bus, y de camino pasé por la casa de Allegra. Ella me abrió y le conté, si es que pude hablar. Y si, había vuelto a casa de mis padres. Recuerdo que llevaba mi suéter de mi color favorito porque hacía frío.
Y así comenzó nuestra corta historia.

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