Destino
Cuando el vuelo aterrizó, sentí que había hecho una nueva amiga, y a su vez, un enemigo. Me despedí de Stella no sin antes darle mi número para que lo guardara y aunque intenté hacer lo mismo con el accidentado, el desapareció en cuanto tuvo la menor oportunidad.
En la entrada del aeropuerto, George, un de mis empleados y amigo, estaba esperando por mí.—Bienvenida de nuevo señorita Saraí— saludó mientras tomaba mi equipaje.
—Solo han sido una semanas, George.
—Siempre es un placer contar con su presencia
—Y siempre usted de galante, George. Continuamente pienso en lo difícil que la debe pasar Violette por su culpa— señalé mientras me subía al auto.
—Oh no, mi amada mujer sabe que solo tengo ojos para ella— aseguró mientras subía al asiento del conductor y procedía a abrocharse el cinturón.— Además ¿Ha visto usted lo habilidosa que es ella con un cuchillo? No me atrevería a enojar a esa mujer
—De las mejores, de hecho, en ocasiones me he planteado la idea de enseñarle a manejar una espada. Creo que tendría un desempeño maravilloso.
La mirada que George me dedicó a través del retrovisor me hizo gracia.
—Creo que con la colección de cuchillos de acero inoxidable, que le regaló, es suficiente, no necesitamos añadir una espada.
—Aburrido.
George se rió y yo me acomode en mi asiento mientras disfrutaba de la cómoda atmosfera. Conocía a George y a Violette desde hace varios años ya, y desde el primer momento supe que quería que trabajarán para mí. Ambos eran parte importante de mi mundo ahora, y a veces me invadía un poco la tristeza al contemplar posibilidad, de que, pasado algunos años, no volvería a verlos.
Pero apartaba aquellos sentimientos y decidía aferrarme a la única esperanza que se abría paso en mi camino.
—¿Ha estado bien su vuelo, señorita?
—Si, no puedo quejarme. He hecho una buena amiga—Me desperezo en el asiento y miro por la ventana. El camino boscoso hacia la ciudad llama mi atención— George ¿Qué te parece el lugar?
—Lo encuentro muy agradable señorita, no puedo tener queja alguna.
Su respuesta me contenta, el saber que aquellos que me acompañan son felices es algo que me deja tranquila.
Aunque en medio de mi egoísmo, incluso si no les hubiera gustado, mi elección había sido hecha. Belmont tenía a alguien que yo necesitaba, y no podía permitirme vivir en la otra punta del país cuando esa persona estaba aquí.
Una mezcla de incertidumbre y emoción se asienta en mi estómago cuando comenzamos a adentrarnos al lugar. Hacia años que había encontrado la ciudad, y desde entonces no deja de llamarme la atención lo tranquilo que parecía. Belmort podía ser un lugar soñado para algunos. Pero más que por su apariencia agradable, me atrajo mi destino, y como este lugar albergaba a la única persona que podía cambiarlo.
George serpentea por las calles hasta llegar a nuestra casa que se encuentra ubicada en una de las zonas con mas clases del lugar.
—Lugar humilde ¿verdad?—Pregunté riendo, mientras George abría mi puerta una vez llegamos a la casa
—Supongo que la situación amerita un poco de clase—Respondió dándole una ojeada a la fachada de la casa.
La casa en si era hermosa, moderna pero a la vez con un toque rústico como de cabaña, tenía dos pisos y era realmente grande. La mayoría de las paredes del piso de abajo eran ventanales que iban desde el techo hacia el suelo. Por dentro estaba completamente amueblada y podía ver qué varía de nuestras cosas de nuestro hogar anterior estaban aquí, brindándole un toque de comodidad.
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Si hubiera tenido mi "Felices para siempre"
RomanceTodo se resume de la siguiente manera: Si hubiera tenido mi "Felices para siempre..." Si, estaba segura que si hubiera tenido mi felices para siempre hace 800 años, tendría todo...menos la dicha de conocerte.