Prólogo

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Ver la puesta de sol en el mar era una de las cosas más sublime que el ojo humano podía presenciar.

Existía una especie de pacto silencioso entre el astro mayor y el mar cuando esté se despedía. Todo trabaja en armonía, con una calma perfecta que curaba el alma.

Y eso me hizo sentir complacida conmigo misma, al ver que era la misma sensación de paz que tenía en casa, cuando me encontraba entre sus brazos.

—¿Pensando en huir por el mar?—susurró una voz detrás de mí, asustando todo fuera de mi.

—¡Santo Cristo!— exclamé al apartarme. El dueño de la voz comenzó a carcajearse mientras me miraba—. No es gracioso.

—Si lo es—sentenció colocándose a mi lado y observando el atardecer—. ¿En qué pensabas? Llevas un rato desaparecida, estás volviendo loco a todos allá adentro.

—Creo que ya están lo suficientemente locos sin mi presencia.

—Nunca subestimes la importancia de la novia en los preparativos de la boda— comentó sonriendo—. ¿Qué haces aquí? No estarás pensando en dejar plantado a mi hermano ¿Cierto?

—Eso jamás—dije volviendo a verlo—¿Sabes cuánto tiempo me tomó encontrarlo?

—¿Encontrar algo que no estabas buscando?

—Gracioso ¿No? Aún así, me tomó mucho tiempo llegar hasta él.

—Ciertamente es así— susurró mientras enganchaba un brazo en uno de los míos.

Ambos nos quedamos  en silencio contemplando la puesta de sol hasta que un carraspeo nos interrumpió.

Ambos volteamos a ver y mi sonrisa se ensanchó cuando lo vi.

—¿Debo sentirme celoso?—preguntó cruzándose de brazos.

—En absoluto—dijo su hermano soltando mi brazo—. La chica loca es solo tuya.

Le di un golpe y el se apartó riendo para luego hacerme una seña hacia su hermano.

—Ve, ve, tu príncipe te está esperando.

—¡Nada de príncipes ya!— grité mientras caminaba hasta el.

Cuando estuvimos frente a frente, sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura.

—¿Tratando de escapar a través del mar?— preguntó burlón.

—¿Por qué preguntas lo mismo que tu hermano?—envolví mis brazos alrededor de su cuello—. No hay manera de que te deje ir cuando finalmente te encontré.

El sonrió antes de dejar un casto beso en mi frente.

—¿No te arrepientes?

—¿Cómo podría?—susurre poniendo una mano sobre su mejilla—.  Fui libre gracias a ti, y tuve que esperar 800 años para eso.  Y estúpidamente pienso que si tuviera que pasar lo mismo para encontrarte nuevamente, no…no me importaría.

—No, no permitiría que pasarás todo eso por mi— el me dedicó una sonrisa—. Esta vez sería mi turno, y tu tendrías que esperarme.

—Y lo haría, esperaría el tiempo necesario.

El siguió sonriendo y tomándome por sorpresa me robó un beso.

—Pero por ahora, no me hagas esperar más y vamos. Tenemos algo importante que hacer

—¿Muy importante?—pregunté pícaramente mientras el me llevaba de la mano.

—De vida o muerte.

—¿Consideras el llevar tu apellido de vida o muerte?

—Más que nada me gustaría que me dijeras que si y callar las burlas acerca de que vas a salir corriendo.

—No podría, ese apellido Dumont espera por mi.

—Es para ti— el se detuvo y ahí frente a mi, tomó el dorso de mi mano y la beso—. Estabas destinada a ser una Dumont.

Sonreí, estaba destinada a conocerlo, estaba destinada a amarlo.

Y a dejar ir mi felices para siempre hace 800 años, para que sucediera este momento.










Si hubiera tenido mi "Felices para siempre" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora