Capítulo 1

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No existen los finales felices

Siempre pensaba en que existían muchas cosas por la cual una persona se podría sentir agradecida, y no lograba entender como entre tales cosas no se encontraba el agradecimiento por la maravillosa invención de los aeropuertos y vuelos comerciales.

¡Que eran una maravilla, hombre!

El hecho de durar apenas unas horas para trasladarte de un lugar a otro, e incluso de un continente a otro, y hacerlo de forma cómoda nunca dejaría de impresionarme.

La gente no sabía lo tedioso que podía llegar a ser un viaje algunos siglos atrás, la  incomodidad  en su máximo esplendor se hacía presente. Largos meses de estar atrapada en un mismo lugar con cientos de persona…una de las experiencias que más nunca quería repetir.

A veces, lo único malo, era correr entre la multitud mientras intentaba no perder mi vuelo gracias a un pequeño descuido... por quedarme dormida. Me salve por poco de volcarme sobre un carrito de limpieza, pero lamentablemente no pude evitar chocar al chico que apareció de pronto frente a mí. Golpearme contra el, ocasiono que este volcara el contenido de la bebida que cargaba en la mano, empapando así su elegante e impecable camisa blanca.

Me detuve por un momento mientras observaba, como la gran mancha iba extendiéndose como si se tratara de algún vídeo en cámara lenta.

Lo lamentaba, muchísimo, pero el era un desconocido y, pese a mi descuido, no iba a perder mi vuelo por el. Me comencé a disculpar varias veces mientras me echaba a correr, sin dejar de gritar que lo sentía mucho. Y tal desastre solo para enterarme luego que el vuelo se había atrasado una hora.

Vaya suerte la mía, pensaba mientras una hora después me encontraba siguiendo a la auxiliar de vuelo al que era mi asiento. Al menos pensaba que nada podía empeorar, pero nuevamente como todo en este día…me había equivocado.

—Trágame tierra.—susurré viendo que la señorita me guiaba hacía una fila de asientos dónde se encontraba el chico del accidente.

Irónicamente fue fácil reconocerlo gracias a lo poco que podía ver de el, su gorra negra tapando parte de su rostro junto a la mascarilla que no dejaba mucho a la imaginación. Lo único que  no fue invisible para mí durante el accidente fueron sus ojos verdes. Un verde demasiado magnético.

Rápidamente me puse la capucha de mi suéter mientras agradecía a la chica y pasaba frente al accidentado para llegar a mi puesto al lado de la ventana. Me tape la cara lo más que podía mientras me hundía en mi asiento, estaba actuando paranoicamente cuando existía un noventa por ciento de probabilidades de que ni siquiera haya detallo bien mi rostro. Así que no tenía que preocuparme, me sentaría aquí tranquilamente a disfrutar de mi vuelo, como si nada hubiera pesado.

—Oye— voltee a ver a la pequeña niña a mi lado, quien me había hablado con algo de incertidumbre.

—¿Si, dime?

—Es mi primera vez viajando en un avión— comenzó a decir mientras jugaba con sus dedos de forma nerviosa— .Y no, no estoy asustada por eso. Solo quería saber ¿Si no te importaría cambiar de puesto conmigo?— Iba a negarme rotundamente pero me detuvo— .¿Por favor? Es que me encantaría sentarme cerca de la ventana, quisiera ver el cielo a ver si logro encontrar a mi madre.

Mi entrecejo se frunció mientras no pude evitar preguntar:

—¿Tu mami?.

—Si, si.— ella asintió efusivamente para que luego su expresión se tornara triste— Ella murió hace poco, y todos me dicen que esté tranquila, que ella está en el cielo y está bien. Se que ya no puedo hacer que vuelva conmigo, pero me gustaría verla para poder saludarla.

Si hubiera tenido mi "Felices para siempre" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora