El sentido
A lo largo de mi vida había conocido hombres destinados a liderar, hombres que comandaban ejércitos conformados por guerreros poderosos, hombres que no se doblegaron ante nadie, con una voluntad de hierro admirable. Incluso yo, siendo mujer llegué a ser cabeza de la guardia real del príncipe.
Pero en estos días, por más que intentará no podía recordar a alguien que igualara la terrible tenacidad de Naoko.
Ya habían pasado tres semanas desde que comencé a asistir a clases, y la chica, por más que le rogaba, no me daba tregua alguna con todos los deberes que debía terminar. Me arrastraba en horas de descanso,y de salida, a la biblioteca. Había modificado su horario con los chicos para rodar sus tutorías y se había encargado de mi en cada oportunidad que teníamos.
Debido a la atmosfera tan tensa que se había creado con su grupo de estudio, muy a mi pesar, había tomado la decisión de no volver a interrumpirlos para no causarle más problemas a la japonesa.
Mi plan estaba estancado gracias a interminables tareas que no me dejaban tiempo libre ni para bostezar; y las amenazantes miradas que Blue me dedicaba cuando me pillaba mirando a Jules. Cada vez que intentaba acercarme algo impedía que lo logrará, y nuestras interacciones se basaban en breves saludos cuando nos topábamos en los pasillos.
Era como si esa corta noche en el parque no hubiera significado nada. Y me regañé mentalmente por ser tan tonta, para mí todo lo que viniera de Jules tenía un significado profundo, mientras que para el era…nada.
Era frustrante que nada estuviera saliendo como quería, tuve que obligarme en varias oportunidades a no dejarme vencer por la impaciencia.
—¿Estás cómoda allí abajo?— Dante me observaba divertido mientras se arrodillaba a mi lado.
Había decidido huir un poco de la japonesa y moverme hasta el otro extremo de la biblioteca mientras me tiraba entre el espacio que había entre dos mesas. Estaba contemplando el techo cuando el peliazul llegó.
—No te imaginas cuanto— murmuré mientras hacía un espacio para que el se uniera a mi.
Por alguna razón Dante y yo congeniamos de una manera entrañable. Era uno de los pocos que no me miraba como si fuera caca en las suelas de sus zapatos, y pese a que el y Naoko se llevaban como perros y gatos, encontré la manera de que mi emergente amistad con ambos sobreviviera al ambiente hostil.
Su hermano por otro lado se había autoproclamado mi enemigo y eligió como su primera misión el hacer mi vida imposible en este lugar. Desde hace días he estado experimentando un sinfín de bromas y burlas que rallaban en lo absurdo, y que según Naoko me debían tener llorando y temiendo mi estadía en la escuela.
La verdad no entendía muy bien eso, y Tobyas le echaba la culpa a mi incapacidad para sentir miedo a las cosas que atemorizaban a la mayoría de los adolescentes hoy en día.
—¿Quiero si quiera saber que están haciendo?—Naoko llegó hasta nosotros y nos miraba desde arriba con una ceja alzada.
Suspiré resignada viendo cómo acababa mi poco tiempo libre.
—Pues obviamente descansando de ti—comentó Dante burlonamente—. Nunca pensé que pudieras llegar a ser tan cruel.
—En primer lugar no te estaba buscando a ti, y en segundo lugar no te metas dónde no te llaman— la dulce respuesta de Naoko solo sacó una sonrisa socarrona de Dante.
—Tan encantadora como siempre—el se colocó de pie y me tendió una mano para ayudarme a levantar—. Me voy, ya te pillare más adelante cuando no estés con tu dictadora personal.
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Si hubiera tenido mi "Felices para siempre"
RomanceTodo se resume de la siguiente manera: Si hubiera tenido mi "Felices para siempre..." Si, estaba segura que si hubiera tenido mi felices para siempre hace 800 años, tendría todo...menos la dicha de conocerte.