Theodore
Los niños heredan cosas de sus padres, todo tipo de cosas; dinero, ropa, rasgos físicos, y en otros casos traumas, conductas y conocimientos. Es normal, parte de un ciclo de herencia condenado a seguir y seguir por el resto de los tiempos.
Siendo hijo de una talentosa pintora, era de esperarse que heredase el amor por el arte, y lo hice. Me encanta la pintura, la manera en la que se pueden crear cosas tan hermosas con pinceles, colores y un lienzo, y adoro el placer auditivo que puede causar la combinación de distintas notas e instrumentos, a eso sumarle la escultura, el cine, incluso la literatura, y también la danza, aunque tenga un conflicto con esta última.
No se debe al arte, es algo hermoso ver a personas expresas emociones con movimientos y sincronizarse de manera casi idéntica, mi choque se debe a quienes lo practican; los bailarines.
Siendo más específico, hablo de los bailarines de ballet.
El arte debería ser libre, debería ser tranquilo, pero los bailarines de ballet son tan perfeccionistas y estrictos que lo llevan a un nivel totalmente aparte. Son exigentes, tanto en si mismos como en a quienes entrenan, por eso es considerado un deporte, pero sigue clasificando como un arte por la delicades de los movimientos al ritmo de la clásica música.
Además de que suelen ser personas tan arrogantes, caprichosas, y remilgadas que llegan a repugnar y criticar todo, y su costumbre de hacer demasiado alarde declarando que se dedican al arte que amerita más perfección y por eso no cualquiera es capaz de practicarla. Y podrán tener razón en un punto, pero es tan molesto que lo digan a cada momento que tienen oportunidad.
¿Por qué digo todo esto? Pues, porque gracias al portero de mi edificio, me acabo de enterar de que tendré cuatro nuevas vecinas, todas bailarinas, una de ellas al parecer especialmente dedicada al ballet.
– Tienes que estar bromeando –niego con la cabeza mientras él se ríe.
– Me esperaba esa reacción de usted, siempre tan reacio con los bailarines –comenta con agotamiento Simón, un muy amable señor mayor que se encarga de vigilar la entrada del edificio y avisarnos por los comunicadores cuando tenemos visita.
– Simón, en la academia estoy constantemente rodeado de bailarines de ballet, no puedes venir y decirme ahora que tendré a una de vecina a la cual deberé escuchar hablar de su perfecto grand jete –me quejo con cansancio, y eso que ni siquiera la he conocido.
– Pues, tendrás que adaptarte, porque tienen el dúplex que queda justo frente al suyo. –Otro quejido escapa de mis labios cuando me dice eso– Deberías intentar llevarte bien con ellas, son muy amables todas, sin ninguna excepción. Una de ellas incluso me ha regalado un jugo en la mañana mientras salía, su nombre era Neylan si mal no recuerdo.
De seguro su nombre si era ese, porque Simón nunca "recuerda mal".
– Me veo obligado a adaptarme, es parte de ser resiliente –lo corrijo antes de tomar mi botella con agua para tomar un trago.
– Pues, deberá ser muy resiliente ahora, Theo, porque la chica de ballet está entrando justo ahora. –El agua se me va por el conducto incorrecto y empiezo a toser al instante mientras siento una presencia junto a mí– Buenos días, señorita Arabella, ¿le fue bien en su trote?
– Ya estoy acostumbrada a sudar un poco en las mañanas, así que todo bien –contesta con un tono amable junto a un levemente notable acento ruso y cuando logro mirarla calmando mi tos puedo percibir una sonrisa a boca cerrada en unos labios rosáceos–. ¿Sabes si Neylan ya ha salido o sigue en casa?
Finalmente puedo verla por completo. Viste ropa deportiva que consiste en una licra que se aferra a sus piernas torneadas junto con una sudadera holgada del mismo color negro, no es demasiado alta y no lleva una gota de maquillaje, y debo aceptar que es estúpidamente hermosa, parece incluso tan perfecta como seguro presume. Labios rosados, piel inmaculada, ojos claros y cabello oscuro recogido en una perfecta coleta de la cual no se escapa ni un solo pelo.
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LEROUX: Golden Four
Teen Fiction'ᴄᴀᴜsᴇ, ʙᴀʙʏ, ɪ ᴄᴏᴜʟᴅ ʙᴜɪʟᴅ ᴀ ᴄᴀsᴛʟᴇ ᴏᴜᴛ ᴏғ ᴀʟʟ ᴛʜᴇ ʙʀɪᴄᴋs ᴛʜᴇʏ ᴛʜʀᴇᴡ ᴀᴛ ᴍᴇ DONDE cuatro jóvenes bailarinas se mudan a la ciudad que nunca duerme para seguir instruyéndose en el arte de la danza. O DONDE cuatro hombres no se imaginan ni po...