Capítulo 4: Maxine y Margarita

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Maxine

Cuando hace dos días fui chantajeada por Arabella para que fuese a una fiesta a cambio de que ella se encargase de una tarea que me correspondía, no creí que esta llegaría tan rápido, incluso esperaba que tardara lo suficiente como para que a Arabella se le olvidara -lo que, siendo honesta, era muy poco probable-, cosa que claramente no paso. Así que ahora me encuentro maldiciendo el que Neylan tenga esa jodida capacidad de moldearse para encajar en cualquier grupo, consiguiendo así que la invitaran a una fiesta cuando apenas hoy fue nuestro primer día en el Leroux mientras me despido de mi bebé.

- ¿Te portaras bien con yaya Nika? -Milo asiente fervientemente mientras acaricio su cabello rubio oscuro, tal como el mío, con mi mano libre, ya que la otra está ocupada cargándolo- Y no comerás muchas galletas para que no te duela la panza, ¿cierto?

- Promesita -me extiende su diminuto meñique y lo engancho con el mío, entonces cada uno besa su mano sin soltarnos, sellando la promesa.

Lo dejo en el suelo y el corre en dirección a Annika que lo recibe con más cariño del que le hemos visto darle a cualquier persona en público. Ella sujeta la mano de Milo mientras yo me acerco para entregarle la mochila con las cosas de mi hijo, aunque sé bien que en esta casa de seguro tiene variedad de juguetes o ropa porque Annika lo mima tanto como puede, y eso es bastante, tanto que a veces debo ponerle límites, por más intimidante que pueda ser mi instructora y representante.

- No dudes ni un segundo en llamarme si sucede algo, y sabes que, si por alguna razón no contesto, el número de emergencia es...

- Arabella o Jeanette, pero la última opción que siempre sea Neylan -termina por mí mientras vira los ojos harta del discurso, o tal vez de mí-. No soy estúpida, Adelina, ahora deja de ser una madre remilgada, disfruta la noche y déjame cuidar de mi nieto postizo.

- Por favor, Annika, deberías entender a la niña, al fin y al cabo, tú casi lloras cuando pasas más de veinticuatro horas sin ver a Arabella, quien no tiene tres años sino veintiuno -se burla Jean saliendo de la cocina con un sándwich en la mano, y tras ella se encuentra Neylan quien sujeta dos sándwiches que devora a la vez bajo la mirada acusadora de Annika.

Milo se distrae yendo en dirección al salón, donde ya Annika ha encendido la TV, colocando Bluey, caricatura que por alguna razón siempre le ha encantado a mi hijo, a pesar de no tener ningún color llamativo como suele encantarles a los niños tan pequeños. Aun así, no me quejo, es mejor ver eso que Peppa Pig, incluso yo disfruto de la caricatura.

- Ni siquiera me voy a quejar, ya debería estar acostumbrada a que asalten mi cocina -se resigna Annika-. Mejor ya lárguense de aquí.

- Yo pasaré por la mañana a recoger a Milo -informa Arabella a su madre saliendo de la cocina luego de seguramente arreglar el desastre de Jean y Ney-, porque planeo hacer que la señorita Sotomayor disfrute de una fiesta como se debe por fin.

- Oye, estuve en la fiesta de la noche final de Fourty -me defiendo.

- Maxine, te fuiste a dormir luego de tomarte dos margaritas -recuerda Neylan antes de soltar una carcajada-, y cuando un tipo te invitó a bailar, dijiste que no sabías.

- Él no tenía forma de saber que eso no era cierto...

- Oh, claro que no lo sabría, menos cuando todos te felicitaban por tu gran labor protagonizando una obra de danza -ironiza Jean y todas se ríen mientras yo me sonrojo.

- En mi defensa, estaba un poco tomada.

- ¡Eran solo dos margaritas! -exclaman.

- Hoy sí sabrás lo que es estar un poco tomada. -Me asusta un poco la sonrisa en el rostro de Neylan, pero, antes de que pueda arrepentirme de todo esto, Annika me da un empujón para que inicie mi camino a la salida de la casa, dejándome sin más opción que unirme al ambiente pre-fiesta que crean mis amigas.

LEROUX: Golden FourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora