Arabella
La brisa nocturna hace que los mechones de mi cabello se remuevan levemente mientras permanezco recostada de la pared algo alejada de la puerta en el porche de la casa. Algunas personas están fumando, otras se están besuqueando y hace un rato vi a alguien vomitar, pero los ignoro en su mayoría. Las chicas están adentro, hemos acordado turnarnos para cuidar de Maxine y que así cada una pueda disfrutar de la fiesta a su modo, ligar si es lo que quiere, sin tener que preocuparnos por no dejar sola a la Max borracha.
Es lo bueno de ser un grupo de cuatro, los intervalos de tiempo entre cuidados son más largos. Justo ahora creo que es turno de Neylan –pues ha pasado más de media hora y eso significa que ha terminado el turno de Jeanette–, la deje en las escaleras hablando con el productor que temprano hablaba con mi mamá, quién fue lo suficientemente educado para sacarnos conversación a ambas, pero era claro que sus intenciones estaban especialmente enfrascadas en conocer a Ney, por lo que les dí su espacio. También me aseguré de que Max estuviese bien, por si a las moscas, y la vi hablando con Bastian animadamente, preferí no acercarme, era lindo verla divertirse con alguien externo a su círculo sin ser empujada por nosotras.
Así es como acabé aquí, con un vaso de vodka en mi mano mientras una canción electrónica se escucha desde el interior de la casa. Entraré en lo que me termine el trago, ya está por iniciar mi turno de cuidar a Maxine.
– Hola, bombón –mi atención se dirige al hombre rubio que se posa a mi lado con una sonrisa de suficiencia–, ¿tomando aire fresco?
– Ajá –es mi única contesta. Me puso un apodo al hablarme por primera vez, sonríe como si fuese imposible que yo le dijese que no, lo cual probablemente significa que está acostumbrado a que le digan que si a todo, y no me gusta su estilo. No es mi tipo.
– ¿Quieres una cerveza? –me ofrece tendiéndome la botella.
– No tomo cerveza, y ya tengo mi trago. –En realidad si lo hago, solo que no es mi cosa favorita, menos cuando viene de un completo desconocido.
– Vamos, bombón, ¿me vas a despreciar el trago? –Hace un puchero que lo hace ver ridículo, a lo que enarco una de mis cejas. Ya me estoy hartando de esto.
– Exactamente.
– Es solo una cerveza, no...
– ¿No te basta con que te rechacen dos veces o eres suficientemente estúpido para necesitar una tercera?
Un comentario lleno de veneno, sin duda. Desearía haber sido yo quien lo dijese, pero no fui yo, si ese fuese el caso ese tipo seguiría aquí insistiendo, o tal vez ya estuviese diciéndome perra buscando una manera de salvar su orgullo de machito herido. La única razón por la cual esas palabras funcionaron es porque un hombre de 1,80 con pinta de que de un golpe lo mandaba a Patagonia fue quien las dijo.
Para mi mala suerte, ese hombre es Theodore Rinaldi, quien parece aparecérseme hasta en la sopa.
– Es injusto y completamente ridículo la influencia de la palabra de un hombre en... todo, y lo poco que tienen en cuenta un simple no femenino –mascullo luego de que el tipo se marcha. Le doy un trago a mi vodka mientras giro para quedar de frente con el italiano prejuicioso y riquísimo.
– Con un "Gracias, Rinaldi, por ayudarme a librarme de ese incompetente" bastaba –dice y yo viro los ojos–. O un simple "Gracias, Rinaldi", en realidad.
Mientras habla puedo permitirme unos segundos de admirar lo sexy que se ve vistiendo de azul marino y negro, definitivamente los tonos oscuros son lo suyo y nadie podría contradecirlo, en especial con lo mucho que resaltan sus ojos por usar esos colores. Estoy cansada de encontrar un detalle lleno de belleza en su físico por cada detalle lleno de mierda en su actitud.
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LEROUX: Golden Four
Fiksi Remaja'ᴄᴀᴜsᴇ, ʙᴀʙʏ, ɪ ᴄᴏᴜʟᴅ ʙᴜɪʟᴅ ᴀ ᴄᴀsᴛʟᴇ ᴏᴜᴛ ᴏғ ᴀʟʟ ᴛʜᴇ ʙʀɪᴄᴋs ᴛʜᴇʏ ᴛʜʀᴇᴡ ᴀᴛ ᴍᴇ DONDE cuatro jóvenes bailarinas se mudan a la ciudad que nunca duerme para seguir instruyéndose en el arte de la danza. O DONDE cuatro hombres no se imaginan ni po...