La balada del dragón y la reina.

Deber

Nota de la autora: Hola, gracias por sus comentarios :) espero que les esté gustando.

Sus dudas y temores desaparecieron por un breve momento. Una sensación cálida y dulce la embriagó por completo. El sentimiento era mutuo. Entonces sintió las manos de la princesa en su cara y se forzo a si misma para que ese beso no desencadenara en otras emociones reprimidas y desconocidas.

Finalmente ambas se separaron. Rhaenyra había derramado un par de lágrimas. Las dos agacharon la cabeza, en señal de frustración  y un dolor que tendrian que esconder el resto de sus vidas.

-Perdoname- la princesa tenia la voz entre cortada- No puedo huir contigo… Mi padre… no puedo… abandonarlo y renunciar a la corona. ¿Por qué me hicieron esto?  

La novia se apartó un poco- Hice lo que mi padre esperaba de mi. - Deseaba llorar de vergüenza, de ira, de desesperacion. Ni siquiera su mejor amiga parecía ponerse en su posición . -No todas podemos montar un dragón y hacer lo que se nos antoje. También estarás en mi lugar algún día, pero tú podrás escoger, eres la delicia del reino..- Eso fue un patético intento por consolarla

-Te habría escogido a ti por encima del reino, del trono, de todos los dragones- Ahí estaba la Rhaenyra de la que se enamoró. Una fiera platinada de ojos violeta y de carácter como el fuego. A veces tenía que la llevara con syrax a que la devorara viva, o que la arrojará desde los cielos. Tal vez merecía eso. -Me rompiste el corazón. No se cómo perdonartelo- Rhaenyra salió  destrozada, dejando perplejos a las doncellas que le avisaron a la pelirroja que ya estaban esperando por ella.

Su padre estaba ahí, luciendo orgulloso una túnica negra de seda con la insignia de mano del rey. En sus ojos había una mirada severa y fría.

¿Escucharía lo del beso?

¿Si me niego a bajar las escaleras me arrastrará por la fuerza?

-Luces hermosa hija mia- dijo con una sonrisa- El rey te amara cuando te vea.

Alicent se arrepentiría de haber dado algunos pasos hacia adelante, dejarse agarrar por el brazo de su padre y caminar hacia su destino.