La brisa golpea mi rostro dejando así mis mejillas rojas por la helada que estaba haciendo, a mis pies congelados les cuesta avanzar sobre las grandes ramas tiradas por aquel grande y oscuro bosque, pero a pesar de eso no podía parar tenía que encontrarlo.
Un olor repugnante alerto mis sentidos y un cuerpo se asomó al alcance de mi vista, mi estómago se revolvió y mi vestimenta que rosaba mi piel se sentía mojada, bajo la mirada y el tono rojizo me alerto, mi voz se fue impidiéndome gritar y mi vista se nublo.
- Volveré por ti - un susurro se escuchó.
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Me levanto sobresaltada y con el corazón acelerado, hago mis ejercicios de respiración hasta estar tranquila, hace tanto nos las tenía, era de esperarse no puedes volver al origen de tus traumas sin esperar salir ilesa de ellas.
Miro a mi alrededor y veo que ya no se encuentra Ava a mi lado, suspiro y me acomodo para salir de la carpa, una vez afuera de ella me encuentro con mis papas y mi hermana desayunando.
- ¿Cómo dormiste pequeña? - me pregunta mi padre.
- Se podría decir que bien - miento.
- ¿Café? - me ofrece mi madre, asiento.
- ¿ya se van? - pregunto cuando veo dos mochilas preparadas junto a ellos.
- Si mi niña, mientras más tempranos nos vayamos mejor - me responde mi padre.
Ava solo se mantiene callada centrada en su desayuno. Mejor así...
Un silencio inundo el lugar que de inmediato fue interrumpido por mi padre.
- Creo que ya debemos irnos - se levantan de sus reposeras.
Nos abrazan fuertemente a cada una, pero algo dentro de mí se alarmo cuando mi madre me susurra con un tono que me deja desentendida.
- Cuídense y no se dejen engañar.
- Las amamos, nunca lo duden mis niñas - nos dice mi padre.
Esto ya no me está gustando.
No dejan que nuestras palabras salgan de nuestras bocas cuando ya están desapareciendo de nuestras vistas dejándonos en su totalidad confundidas.
- Eso fue muy raro - la primera en hablar es Ava.
- Si...
- Bien si vamos a hacer esto, mínimo tienes que hablarme, solo obtengo de ti monosílabos - me reprocha por lo que le lanzo una mirada matadora.
- Está bien, pero no pidas nada mas - una pequeña sonrisa se forma en sus labios.
Unas pequeñas gotas caen sobre nuestros cuerpos avisándonos de la fuerte tormenta que se iba a avecinar.
- ¿Crees que dure mucho? - me pregunta Ava. En estos momentos nos encontrábamos resguardadas dentro de la carpa.
- No creo, puede que sea una lluvia pasajera - al mismo tiempo que termino de hablar un trueno se escucha - olvídalo mejor durmamos no creo que pare.
- Bien pero primero déjame desahogar mi vejiga, va a explotar - se queja y se levanta rápidamente saliendo de la carpa, sin dejarme decir una palabra.
Los minutos pasaban y no había rastros de que Ava quiera aparecer, mi cuerpo se tensaba aún más por cada minuto que pasaba, la desesperación me gano y salí para buscarla.
Mis pasos eran temblorosos, no podía evitar viajar a aquel recuerdo que me torturaba de por vida, mientras más me adentraba entre los deformados árboles, mi mente y cuerpo parecían viajar al pasado, el corazón se me acelera y el miedo me abunda.
Las lluvia termino por mojar por completo mi ropa y los truenos junto a los rayos solo hacía que la escena se pareciera a un más a una de terror.
- ¡Ava! - grito cuando puedo tragar el nudo que se me formó en la garganta - ¡No es gracioso, Ava!
No recibo ninguna respuesta más que de los sonidos de la naturaleza y la tormenta.
- ¡Por favor, responde! - volví a gritar y unas pequeñas lagrimas amenazan por salir debido al profundo miedo que siento.
Unos ruidos se escuchan detrás de mí, volteo pero no se encuentra nadie.
- Ava, ¿eres tú?
Luego de eso solo pode sentir como me agarraban con fuerza poniéndome un trapo sobre la nariz, sin dejarme luchar por la rapidez en lo que sucedió todo.
- Nadie te va a volver a separar de mí, Angioletta - es lo último que escucho antes de caer en una profunda oscuridad.
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Me sobresalto en la cama con mi respiración agitada, miro desorientada a mí alrededor y cuando apenas divise el cuarto toda ilusión de que solo fuera una pesadilla murió.
Todavía no amanecía y la oscuridad se apoderaba de la habitación, no podía ver nada pero si de lo que estaba segura era de que no estaba sola dentro de ella, podía escuchar su respiración tan relajada y su penetrante mirada.
El miedo era evidente en mi cuerpo ya que este mismo no paraba de temblar, en un intento de protegerme me pego a la cabecera de la cama. El ruido que produjo sus zapatos azotando con el suelo hizo que mi pulso se acelerara, después de todo no tenía escapatoria.
Las lágrimas amenazaban con salir cuando la cama frete mío se hundió y su respiración choco con la mía alertándome que solo lo tenía a centímetros de mí.
- No tienes por qué temer - su susurro me hipnotizo, un escalofrío recorrió mi cuerpo y su voz me pareció un tanto reconocida - después de todo volviste donde perteneces - siento su mano tocar mi mejilla tan delicadamente proporcionándome caricias, sus manos eran cálidas.
- No sé a qué te refieres - me atrevo a hablar - creo que te confundes de persona.
- Créeme que no, Angioletta - me responde aun con su mano sobre mi mejilla - te reconocería así estuvieras en una habitación llena de personas, te encontraría aunque estés del otro lado del mundo, ¿sabes por qué? - a lo que solo respondí negando con la cabeza. - porque desde que naciste estas destinada a ser mía, te perdí una vez pero créeme cuando te digo que eso no volverá a suceder ya nadie podrá separarte de mi lado.
En ese preciso momento supe que estaba condenada, pero no sabía que iba a ser una dulce condena.
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𝙊𝙍𝘼𝙏𝙀
Mysterie / ThrillerUn par de hermanas se reencuentran luego de unos años, al volver a su pueblo natal después de haber fracasado en su respectiva vida en la cuidad. En un intento de recobrar su infancia, llendo a acampar. Que solía ser una tradición de niñas, vuelven...