Capitulo 8

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Mientras Lily golpeaba el cristal una vez tras otra, intentando romperlo o llamar la atención de alguien que pudiera salvarla Alan se cuestionaba porque su madre tardaba tanto en volver. Curioso y preocupado decidió deslizarse bajo los asientos para buscarla.

La buscó por varios minutos, vio bajo las gradas, se asomó al escenario, siguió buscando cerca de la entrada "¿Y si me ha abandonado?" Pensó Alan. Por un momento miró al exterior pensando en salir de la carpa hasta que una mano tocó su hombro.

—¡Eh, muchacho!—dijo un hombre corpulento y sudoroso—¿Tienes tu ticket de entrada?

Alan no entendía a qué se refería

—¿Qué es un ticket?—preguntó inocentemente Alan.

El hombre corpulento le vio con soberbia, le señaló y dijo:

—Vete ahora, no me obligues a usar la fuerza.

—Solo déjeme buscar a mi mama y me retiraré—respondió Alan e intento volver a las gradas.

Pero el hombre tomo su brazo impidiéndole el paso.

—Te dije que te fueras.

Sin soltarlo del brazo lo arrastró al exterior de la carpa y una vez en el exterior lo arrojó sobre la tierra semi húmeda.

—¡Mamá!—gritó Alan.

—Tu madre no puede hacer nada al respecto, lárgate antes de que pierda la paciencia—dijo aquel hombre mientras le mostraba los dientes a modo de intimidarle.

Lily escuchaba el grito de su hijo y sentía como un hilo tiraba de su corazón en dirección a su hijo, voló dentro del frasco intentando derribarlo pero percatándose de sus esfuerzos su captor sujeto el frasco con ambas manos.

—¡Silencio!—ordeno el hombre vestido de traje escarlata con terminación en cola de pingüino—¡Sella, Shadia! Vengan.

Las dos sirenas del primer acto se hicieron presentes.

—Canten para ella en tono bajo, déjenla a mi merced y no paren hasta que la unión haya terminado—dijo él mientras se ponía tapones para los oídos.

Y así lo hicieron, Lily quedó en estado de hipnosis. Él abrió el frasco y lo sacudió instándola a salir, ella así lo hizo.

—¿Cuál es tu nombre?

—Lilibeth

—Vuelve a tu tamaño real y repite después de mí: Yo, Lilibeth, renuncio a mi libertad— el sacó una lámpara de su saco y la apunto en dirección a Lily—y la cedo a la lámpara.

—Yo, Lilibeth, renuncio a mi libertad y la cedo a la lámpara.

El hombre sonrió mientras los grilletes se ajustaban a los puntos de sujeción y continúo diciendo:

—Renuncio a mi vida como la conocía hasta hoy y me sujeto a la voluntad de quien posea la lámpara.

Así repitió Lily su condena al pie de la letra, el hombre sonrió complacido de tener otra adquisición en su poder.

Los minutos pasaron y Lily recuperó su consciencia, el canto de las sirenas se había detenido apenas pronunció su condena.

Sentía la extraña necesidad de obedecer a todo lo que aquel hombre dijera por lo que no se negó cuando aquel hombre le señaló una celda a la que debía ingresar junto a Caden.

La puerta se cerró tras ella y Caden hablo primero.

—¿Cómo te llamas?

—Puedes llamarme Lily

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⏰ Última actualización: Jun 14 ⏰

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