JungKook es un mago muy capaz, que se infiltra en la aldea vecina. Suyai es aquella aldea; que, al igual que la suya, es sostenida por cuatro pilares que la mantienen en pie.
Sin embargo todo lo que había venido preparando se va abajo cuando aquel m...
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Desde que conoció a YoonGi, pudo ver qué era alguien muy dedicado y profesional. Además de tener una presencia muy intimidante.
Aunque los únicos que parecían ser inmunes ante tal comportamiento (por lo que JungKook había visto) eran JiMin y TaeHyung.
Él no fue la excepción, en el momento en el que los ojos del alfa rubio se posaron en ambos, sintió como si le estuvieran matando con la mirada.
─YoonGi, buenas noches. ─JiMin se acercó al alfa como siempre lo hacía, con una sonrisa deslumbrante.
YoonGi movió su cabeza a forma de saludo también. JiMin bajo la vista hacia el pañuelo que tenía el alfa, ocultando perfectamente su sonrisa victoriosa.
─Me parece que eso es mío.
─Te parece bien, deberías cuidarlo más la próxima vez. ─YoonGi le extendió el pañuelo al Omega, evitando hacer contacto visual.
JiMin tomo con cuidado el pañuelo y lo desapareció con un hechizo.
─Muchas gracias, estaba preocupado.
YoonGi solo carraspeo antes de hablar. JungKook pudo divisar un ligero sonrojo (casi imperceptible) asomándose por las mejillas del alfa.
─Cómo sea, ve a tu casa, ya es tarde y yo me quedo con JungKook a entrenar.
JiMin asintió, volteando a ver a JungKook.
─Nos vemos JungKook, suerte en tu entrenamiento, la necesitarás. Hasta mañana YoonGi.
Y se fue. Sin más, con una ligera sonrisa que supo JungKook, guardaba muchos sentimientos.
─Bien, ahora que ya se fue podemos iniciar.
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A JungKook le habría gustado decir que había aguantado el entrenamiento, que había sido un éxito y que YoonGi se había sorprendido de sus habilidades.
No podía estar más errado.
Había pasado solamente una hora desde que había empezado el entrenamiento, y JungKook sentía como si su cuerpo le pesara veinte kilos más.
