Capitulo II

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Gritos se escuchan de una habitación. Las Malvinas gritaba mientras pedía piedad y perdón por algo que no había hecho él.

¡Perdón! ¡Perdón! ¡Yo no sabía nada esto! ¡Me duele, para! ¡Aahh..! Gritaba Malvinas con tal que paren todo lo que le estaban haciendo.

La Austriaca estaba posicionada frente él, su rostro reflejaba nada más que odio y desinterés.

¿Por qué debería parar? Tal vez si le mando tus dedos a UK mi dolor se calme.Añadió la mujer.

Austria miró a sus soldados y estos rápidamente entendieron. Aquellos intimidantes hombres se acercaron a Las Malvinas y empezaron a desprender los dedos de su cuerpo. Nuevamente los gritos se adueñaron de la habitación mientras la mujer observaba.

Quiero que sufras, quiero que ruegues por tu vida, quiero que te lamentes por todo lo hiciste. Quiero que mueras. — Una mirada de odio acompañada de lágrimas se podían observar a simple vista. Estaba claro que estaba demasiado herida como para pensar bien.

El sonido de una puerta abriendose obtuvo la atención del país. Era uno de sus soldados. Aquel hombre se acercó a Austria y le susurró al odio haciendo que abriera sus ojos se abrieran como si de un plato de tratase. Volvió a mirar a Malvinas con molestia, quería ver cómo sufría pero una inesperada visita había arruinado sus planes.

Matenlo. — Habló Austria antes de salir de la habitación.

Los gritos de dolor se volvieron a escuchar de la habitación. Las Malvinas estaba rogando por su vida, pero un gran corte en su cuello había hecho que paren esos alaridos que eran molestos para su soberana.

Perdóname, ArgentinaEra lo único que decía entre mentes la Austriaca, pero no era momento de lamentarse, debía atender a su visita. Exactamente Canadá. Ella sabía exactamente por qué había venido y le digustaba. ¿Quién se preocuparía por alguien que ni era de su familia. Los minutos pasaron y por fin se habían reunido . Canadá se veía preocupado, mientras que Austria tenía un rostro de completo desinterés. Ya estaba preparada para que lo que se avecinaba.

¿A qué se debe tu visita, Canadá? Es muy raro que me visites sin avisar. — Preguntó la mujer con intriga mientras se mantenía firme.

No me digas que no lo sabes.. sé que lo tienes escondido aquí. Te lo ruego, dime dónde está. — Arremetió Canadá. Sabía muy bien lo manipuladora que era Austria.

La tensión se hizo presente en el lugar. Austria no dijo nada, solo mantenía su mirada en la de Canadá, como si quisiese saber en qué estaba pensando. A pasos cortos el país femenino se acercó al canadiense. Sus manos las llevó hasta el rostro del hombre, como si de un bebé se tratase. La mirada de Austria se tornó sería y con algo de enojo.

¿Por qué defiendes a los idiotas de tu familia? ¡Tu padre le dijo a Japón lo de mi bebé! ¡Tu maldito padre padre mató a mi bebé! — Gritó Austria mientras apretaba un poco el rostro de Canadá.

La expresión del canadiense paso de una sería a preocupada y ansiosa. No podía llegar a creer de lo que había hecho su padre, si es que así debería llamarlo. Sabía lo del bebé de Austria, incluso también lo quiso mantener ocultó, pero al final su padre se enteró de alguna manera.

Malvinas solo es un pequeño castigo para UK. ¿No te incomoda verdad? Él no es de familia, solo es un simple peón de tu padre. Lo liberé de su sufrimiento y pecado, Canadá. — Añadió Austria.

Canadá se mordió el labio inferior tras las palabras, en cierto modo ella tenía razón. Además, ¿por qué debería de estar preocupado por alguien quien ni era su familia. Un simple movimiento de cabeza hizo que Austria entendiera lo quiso decir. La mujer por fin lo soltó, una sonrisa estaba dibujada en el rostro. Había cumplido su objetivo.

Si no quieres que mi padre lo encuentre debes desaparecer el cuerpo de este mundo. Él es capaz de mandar a voltear cada piedra cuando se le pierde algo. — Añadió el canadiense rompiendo el silencio. — Si queremos hacer las cosas bien, hay que pensar como el enemigo.

Tu padre es alguien difícil de descifrar, no sé cuál será su próximo movimiento, pero si quiere encontrarlo deberá abrir el interior de cada perro en la tierra. Mis perros tienen mucha hambre. ¿Qué opinas, Canadá? — Dijo Austria mientras le extendía la mano a su compañero.

Luego de unos largos segundos el canadiense agarró su mano aceptando el final de Las Malvinas. Ambos países fueron directo a la habitación donde yacía el cuerpo totalmente destrozado de Las Malvinas.

No eres un monstruo como ellos, eres diferente, Canadá.. Demuestra que no eres como ellos, demuestra que solo me servirás a mí. — Habló la pelirroja mientras miraba de reojo al canadiense.

Nadie volverá a sufrir a manos de mi padre, te lo prometo, Austria.Apretó su puño mientras observaba detalladamente el cuerpo de las Malvinas con cierto odio, esa mirada que solo Austria poseía ahora también la poseía Austria.

Eso espero, Canadá. No me decepciones como otros. — Respondió Austria.

Aquel duo solo se quedó observando mientras algunos soldados traían a los perros para devorarse el cuerpo de Las Malvinas. Aunque no estaba planeado que todo esto pasará, ya había ganado un aliado, ahora solo faltaba a Alemania. Ella sabía lo que el sentía, así que sería fácil, o eso piensa ella.


Fin del capítulo.

˗ˏˋ ¿𝐕𝐚𝐥𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐧𝐚? - 𝐀𝐔! 𝐂𝐨𝐮𝐧𝐭𝐫𝐲𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐬 'ˎ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora