Capitulo I

478 51 26
                                    

06/04/1979

El japonés se encontraba en territorio Austriaco, sus manos empapadas de sangre mientras su mirada solo reflejaba enojo. Parecía un depredador luego de haber asesinado a su presa.

¡Eres una Maldita perra! ¿Por cuánto tiempo planeabas ocultarlo? ¡Respóndeme idiota! - Gritaba el japonés mientras arrastraba por toda la habitación de los pelos a Austria.

¡No quise ocultarlo! ¡Perdón! ¡Perdóname! No le hagas daño.. te lo suplico. - Rogaba mientras mantenía la cabeza mirando al suelo.

Su rostro estaba completamente golpeado, lleno de sangre y unas cuantas hematomas provocadas por el Japonés. El motivo de las acciones del país masculino era porque la Austriaca había ocultado su embarazo llegando incluso traerlo al mundo. Esto claramente no le gustó para nada, odiaba a los niños, no quería hacerce cargo de uno o mucho menos recibir un castigo por tal ofensa.

Matalo, es una orden. Lo matas o lo haré sufrir peor de lo que tú sufres. - Exclamó el japonés con un tono de burla soltando los cabellos de la Austriaca.

Fue directamente hasta donde estaba el bebé y lo puso en el suelo frente a ella. Por abrupto cambió de lugar, el bebé empezó a llorar, al igual que Austria.
En un abrir y cerrar de ojos estaba de rodillas, agarrondole los zapatos mientras pedía misericordia por el bebé que yacía en el suelo.

¡Te lo ruego! ¡Ten piedad de él! Te juro que no lo volverás a ver. No sabrás nada de él. ¡Lo mantendré oculto de por vida. - Suplicaba mientras sus ojos se volvían cascadas.

El hecho de perder a otro hijo le carcomía el corazón, definitivamente no soportaría está vez.

¿Acaso te he preguntado? Quiero que lo mates o te juro lo mandaré a mis hombres para que disfruten de él. Anda vé, el cuchillo está en la mesa. - Las expresiones del japonés se mantenían de una manera muy retorcida. Ver eso de alguna u otra forma le exitaba.

La Austriaca al escuchar las últimas palabras del japonés se alteró completamente. No permitiría que su hijo sufra lo que ella estaba pasando.

Con el corazón en la mano se paró y fue directo al cuchillo que se encontraba en la mesa. De sus ojos no paraba de brotar lágrimas, lágrimas de culpa, tristeza e impotencia.
Su cuerpo se paralizó cuando estuvo frente al bebé que seguía llorando. Su cuerpo empezó a temblar, su cuerpo le decía que pare, que se arrepentiría después.

Perdón mi bebé, mamá debe hacer esto porque te ama.. Mamá nunca dejaría que te hagan daño. - Susurró la mujer que había alzado el cuchillo dispuesto a acabar la vida de su hijo.

Un gran grito por parte de Austria se escuchó por toda la habitación mientras que el llanto del bebé había cesado. Lo había hecho, el cuchillo estaba clavado en el pecho del pequeño. El fuerte llanto de la dolida madre se hizo presente. Cargo el cuerpo de su bebé, la sangre empezó a mancharla más y más, pero eso a ella no le importaba. El japonés se había maravillado con la escena, no pensó que lo haría en verdad, pero al parecer le habían callado la boca.

¡Estupendo! No debí subestimarte. Sin dudas eres interesante.. ya he cumplido mi cometido. ¡Adiós Austria! - Exclamó el japonés con su típica sonrisa para salir de la habitación.

Aquellas palabras habían sido ignoradas por la pobre madre. Durante toda la semana había estado abrazando el cuerpo de su bebé, aquella cifra seguiría subiendo de no ser porque la francesa se había preocupado por la ausencia de Austria en las reuniones. Al verla en ese estado, su ropa con sangre y rota, su rostro que estaba demasiado pálido, ni que decir de sus ojos, estaban completamente inchados.

Austria.. - Rápidamente la francesa se acercó a ella dándole un reconfortante abrazo.

Austria no dijo nada, solo acepto el abrazo sin soltar a su bebé. Ya no tenía lágrimas que botar, estaba completamente seca por así decirlo.

Días pasaron y se habían encargado de hacerle un entierro digno de la familia imperial, como si de un príncipe se hubiera tratado. Austria, aunque no estaba para nada, sabía muy bien como disimular para que la vieran débil.

En ese momento, ese preciso momento le llegó una citación de UK, sabía muy bien que él le había dicho a Japón del bebé. Sentía más que odio y asco, ente hombres se cubrían las asquerosidades que hacían. La paciencia de Austria estaba desapareciendo, la Austria que se dejaba humillar poco a poco se iba muriendo.

Tráiganme a Malvinas sin que ese idiota se dé cuenta. ¡Ahora! - Exigió la mujer..

˗ˏˋ ¿𝐕𝐚𝐥𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐧𝐚? - 𝐀𝐔! 𝐂𝐨𝐮𝐧𝐭𝐫𝐲𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐬 'ˎ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora