5. Eso de acostumbrarse a la desgracia.

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La vida gatuna era muchas cosas. Yeonjun aprende esto con los días, que pasan muy lento cuando no tienes a nadie a quien molestar. Extraña acompañar a Taehyun a casa, sentarse en su cama mientras chismean sobre lo mal que les cae un profesor y tener pijamadas en las que hacían de todo menos dormir. Soobin suele pasar gran parte del día fuera de casa y sus mamás son adultas ocupadas que no tienen todo el tiempo del mundo para cumplir sus deseos de gato caprichoso.

También se tiene que acostumbrar a caminar en dos patas, porque hacerlo en dos ha aterrorizado a Soobin durante varias noches.

(Los gatos son lindos hasta que te despiertas en medio de la noche con tu mascota parada en dos patas y mirándote fijamente. Yeonjun no quería ver llorar a Soobin de nuevo, así que se empezó a acostumbrar a caminar como un gato normal.)

Salir de la casa no es una opción, no conociendo la zona y temiendo perderse en un lío de calles. Era un gato muy chico, obviamente no siendo del tamaño de uno que alcanzó la edad adulta, ¿Y si lo perseguía una jauría de perros? Iba a terminar siendo sopa de gato. Así que se dedica a trepar sillas y ver si llega a los puntos más altos de la casa. Le da miedo caer, pero siempre lo hace de pie. Yongsun, quien pasa más tiempo en la casa, se ha pegado más de un susto por los chillidos que pega al aire cada vez que se cae.

Se estaba acostumbrando a las desgracias que conllevan ser un gato negro. Lamentablemente, eso incluía tener que batallar para no ir al veterinario. Ahora mismo había un dilema entre Soobin y Byul-yi para poder meter al felino dentro de la bolsa transportadora. Ambos se encontraban mirando a Yeonjun, quien se había acorralado él solo entre la pared y el sofá, con la cola erizada y las orejas para atrás.

─Pequeñín, tienes que atraerlo con la comida.

─Mamá, esa es una de las razones por la que lo llevamos, no le gusta ningún alimento de gato ─suspiró, intentando mostrarle un premio al pequeño animal. Para la sorpresa de nadie, Woori ni siquiera se detiene a olfatearlo. El gato se había negado a comer más de una vez y aterrorizaba a Soobin robándole la comida. Si se olvidaba la comida en la mesa, podía dar por hecho que Woori había comido hasta la migaja más diminuta.

─Intenta con carne, en la nevera quedó hecha y sin condimentar de ayer. ─Soobin hizo caso, volviendo al rato con un plato de plástico con pollo que colocó frente al bolso.

Yeonjun se acerca lentamente, a pasos pequeños y con su cola meneándose. Olfatea, pero no se atreve a probarlo.

─Es un gato vegano ─intenta bromear Moonbyul, sólo para recibir un puchero por parte de su hijo.

─Ojalá fuera vegano, ayer se comió el gimbap que quería llevarme para comer al mediodía.

No lo culpen, miren esos grandes ojos color oliva que suplican comida para poder volver a ser felices. Su apetito creció desde que no tiene una gran variedad de alimentos para digerir, el pienso huele y sabe horroroso para alguien que sigue teniendo el paladar de un humano. Agregado a eso, como una pobre excusa, el gimbap llevaba un rato ahí en la mesa, no encontraba a Soobin por ninguna parte y el hambre se estaba apoderando de él.

Lo mismo estaba pasando ahora. El pensamiento de carne sin condimentar normalmente lo haría fingir arcadas, pero su estómago empezaba a rugir igual de ferozmente que un león.

Suelta un bufido, un nuevo hábito suyo a falta de poder escupir groserías, y agarra un pedazo grande de carne con la boca, metiéndose dentro de la bolsa.

Silenciosamente, Soobin cierra la cremallera. Hay un silencio momentáneo, hasta que se escuchan palmas chocando.

─¡Vamos! Dios mío, te amo tanto ─se escucha un sonoro sonido de beso y un par de quejas que asume son del menor. Ambos humanos festejan entre gritos después de haber estado, fácilmente, media hora tratando de que el gato entrara.

algo sobre gatos y ovillos ♡ soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora