Estúpido ataque emocional

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Todo estaba oscuro, no se veía nada. Poco a poco, se fue haciendo la luz. La leña prendida en la pequeña chimenea chisporroteaba, iluminando la estancia y volviéndola más cálida y acogedora. Afuera se escuchaba la lluvia caer, acompañada de unos pasos apresurados y una risa infantil.

La puerta de entrada se abrió, dejando ver a una niña en los brazos de su padre, ambos estaban empapados. Las gotas de agua se escurría por el oscuro cabello del hombre y goteaban por su mojada y cuidada barba. Al parecer, eso le hacía mucha gracia a la pequeña.

- Ahora nos secaremos, entraremos en calor y comeremos, ¿de acuerdo? -le dijo el padre amorosamente a su hija.

La niña de 1 año de edad negó con efusividad la cabeza y se fue a gatas para esconderse bajo la mesa. El padre decidió participar en el juego y comenzó a "buscarla".

Yo veía todo esto apartada de la escena, con una sonrisa algo triste. Ese fue el tipo de infancia que siempre quise tener, pero que desgraciadamente no tuve.

Agarré una silla en la sala donde nos encontrábamos para sentarme y no me preocupé por el ruido que ésta hizo, ya que ellos no me veían, escuchaban o sentían. Simplemente era un sueño en el cual yo no era la protagonista y estaba apartada de todo lo que sucedía en él.

Ellos dos eran los protagonistas de mis sueños últimamente.

- Eda... ¡EDA! 

- ¿¡Qué pasó!? -respondí asustada, todavía no me acostumbraba a la delicadeza de mi "despertador humano".

- Hora de desayunar -anunció Jack dulcemente.

Me terminé de levantar resignada y con sueño, estar en un lugar donde no sale el sol no ayuda mucho a que alguien se espabile con rapidez.

Vertí algo de leche en mi tazón y me serví cereales. Metí una cucharada en mi boca y me quedé embobada mirando a la nada.

- ¿No dormiste bien? -preguntó Shail jovialmente, fresco como una lechuga.

- Tengo sueño -llegué a decir antes de emprender otro viaje astral.

- ¿No durmió bien? -preguntó esta vez Alsan entrando por la puerta de la cocina.

- Tiene sueño -respondió Shail.


***


Hoy sentí la necesidad de abandonar las lecciones de esgrima antes porque había una gran tensión en el ambiente entre Alsan y Jack, ya que el muchacho se dejaba llevar por la ira y la venganza a la hora de efectuar los movimientos, y una de las veces se pasó de fuerza conmigo y me hizo daño en la muñeca, por eso me sentía algo intimidada. Me fui antes con la excusa de que no me encontraba bien.

Tomé una ducha y me senté en mi cama, sin saber muy bien qué hacer ahora. Los días en Limbhad cada vez se pasaban más lentamente. Daría lo que fuese para volver a repetir junto a Jack la escapada del otro día al centro comercial. Allí podría comprar muchas cosas para entretenerme, e incluso un bikini, ¿y por qué un bikini, si no puedo tomar el sol porque aquí no da el sol? ¡Pues porque hay un riachuelo exclusivamente para nosotros!

El roce de Dama  echándose sobre mi pierna me sacó de mis pensamientos. La gata se acercaba a mí por mi calor corporal. Yo era una "calderita" para todos. Recuerdo que en verano, mi familia se alejaba de mí porque desprendía mucho calor, en cambio, en invierno, todos se ponían a mi lado. Sonreí ante tal recuerdo.

Acariciando a la gata una brillante idea se pasó por mi cabeza...

Hacer magia.

Pero claro, en mi diccionario nada es brillante si no conlleva riesgos. Decidí mentalmente regresar al claro del campamento, donde hice magia por primera vez. Solo sería ir y volver, nada más.

IdhunitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora