–¿Puedo pasar? –le preguntó la madre de Ian desde el marco de la puerta. Él ladeó su cabeza y se encogió de hombros.
–Da igual, ya estas adentro –le respondió el castaño con desgano.
Habían pasado cinco días desde que Alissa había entrado a su habitación, y como era de esperarse, él terminó por dormirse. Obviamente cuando despertó, ella ya no estaba. Por segunda vez había desaparecido sin despedirse o dejarle alguna señal. Había comenzado a pensar que el haberla visto fue parte de algún sueño, pero no le hacía sentido que su estómago diera un vuelco cada vez que recordaba la suavidad de sus labios y la sutileza con la que ella lo había acariciado.
–Te he traído tus medicamentos, Ian –le dijo su madre, agachándose para quedar a su altura. Él la ignoró y continuó garabateando en su cuaderno.
–No quiero tomarlos.
–¿Por qué? –le preguntó ella, dejando el vaso de agua y el de los medicamentos en el suelo.
Ella sabía perfectamente cuál era la respuesta a esa pregunta, pero al tratarse de su hijo, no le molestaba escuchar lo mismo una y otra vez. Al notar que su madre no tenía planes de dejarlo solo, Ian echó el cuaderno a un lado y la miró.
–Si Alissa viene, no quiero quedarme dormido, otra vez.
–Entiendo...
Ella lo miró. Sabía que Ian pasaba la mayoría del tiempo llorando, pero ver sus ojos verdes hinchados, le provocaba un malestar en el estómago. Ian era su mundo entero, él siempre sería su bebé, y verlo así le destrozaba el alma. Ella acarició sus pálidas mejillas y apartó los rizos que ahora cubrían sus ojos. Su corazón se sentía abatido, no importaba cuánto se repitiera que él iba a mejorar, igual le afligía verlo así.
–Ian, cariño, los medicamentos son para tu bien –le aseguró ella con suavidad. Él solo suspiró–. Estoy segura de que a Alissa le gustaría que estes bien.
Ella cogió el vaso de agua junto al pequeño envase de los medicamentos y se los ofreció por segunda vez. Él la miró, luego miró los medicamentos y terminó por ceder. Se tomó los medicamentos, aún sabiendo que si Alissa volvía, terminaría por dormirse otra vez. Aunque dudaba que ella volviera a aparecerse por ahí.
Su madre le sonrió con ternura y él se acostó, acomodando su cabeza en el regazo de ella. Siempre le había gustado que le acariciara el cabello, eran una de las pocas cosas que no cambiaban con el tiempo.
No le sorprendió escuchar a Ian llorando mientras ella peinaba sus rizos, pero aún así, un nudo se hizo presente en su garganta. Le dolía verlo sufrir y la impotencia que sentía era demasiado en ese momento, solo deseaba poder ayudarlo. Verlo triste era algo que detestaba, pero no tenía palabras para describir como le sentaba verlo así por algo que no podía controlar. Él lloraba y añoraba a una persona que no existía. Y ella no sabía como explicarle que esa pelirrosa que tanto él amaba solo era una ilusión.
No existía, nunca lo había hecho.
∆∆∆
hello there!espero que hayan disfrutado está pequeña historia. fue creada con mucho amor y cariño.
les agradezco inmensamente cada una de las estrellitas que me regalaron y cada uno de los comentarios.
también le agradezco a la maravillosa badgirlnix por la portada.
si desean continuar leyendome, en mí perfíl encontrarán otras historias.
les envío millones de destellos disfrazados de besos.
le agradece con todo
el corazón, kath.
ESTÁS LEYENDO
She
Short StoryEl amor es un lenguaje universal, es compromiso, lealtad, esperanza, y muchas cosas más. No se necesitan palabras para hablarlo, puedes sentirlo con tus cinco sentidos; en un roce, una mirada, una fragancia, una risa o un beso. Entre experiencias y...