two.

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De la misma manera que la noche anterior, y probablemente de la misma que la siguiente, Ian se hayaba sentado cómodamente en una de las cinco ramas del decrépito árbol. La monotonía era algo escencial en su vida, ya que era una de las pocas cosas que le generaban tranquilidad y seguridad. Esa era la razón por la que siempre frecuentaba a Alyssa en el mismo parque, a la misma hora, en el mismo árbol y en la misma rama. Se podría decir que ese era su ritual, y parte de el lo era traer los cigarrillos de su pelirosa amiga.

El reloj, que de manera floja se aferra a su muñeca, indica que son un poca más de las ocho. Trece minutos más, para ser exactos. Volvió a ocultarlo bajo la manga de su suéter y soltó un prolongado suspiro. Estaba comenzando a desesperarse, pues la impuntualidad era de las muchas cosas que le desagradan. Dentro de su cabeza, bajo sus criterios de la vida, la impuntualidad era solo una falta de interés o importancia. Y honestamente, le resultaba difícil escoger cuál de ambas opciones le sentaba peor.

–Ian, ¿crees que le darás un buen uso a ese cigarrillo? –él miró el cigarrillo entre sus dedos, y la miró con recelo.

No comprendía porque ella llegaba tan tarde.

–Sube –le pidió él, lanzándose una caja de cigarrillos que ella atrapó en el aire.

–Creo que hoy solo me sentaré en el césped –se limitó a decir la chica antes de sentarse en el suelo.

Ian asintió un tanto confundido. No era la primera vez que ella se quedaba abajo, pero siempre lo dejaba igual de confundido. Parecía que cuánto más él necesitara tenerla cerca, más distante ella estaría. Soltó un ruidoso suspiro, lleno de frustración por no tener el derecho de reclamarle, aunque no sabría con certeza porqué hacerlo. Y es que su  compañía era todo lo que él le pedía, y a veces, ni eso podía ofrecerle su pelirosa amiga.

Por otro lado, Alyssa solo se dedicó a enterrar sus dedos en el césped verde, que cosquilleaba la palma de sus manos. Ella no comprendía cómo había llegado allí y mucho menos sabía la razón por la que frecuentaba ese parque todos lo días. No conocía a Ian, pero aún así, una parte de ella encajaba perfectamente con una parte de él. No se complementaban, ella estaba segura de eso, pero se las arreglaban para hacerlo funcionar correctamente, o al menos para que Ian lo hiciera. Era algo complicado, ella ni siquiera deseaba estar allí, pero había algo que la ataba a él.

Algo que no se veía, pero se sentía. Algo que era más grande que ellos.

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