A Mia no le gustaban los bares. Nunca lo había hecho, no desde el día en que había entrado por primera vez en su vigésimo primer cumpleaños.
No tenía objeciones a tomar una copa o dos en casa o en fiestas o conciertos. Pero nunca bares.
Había algo profundamente incómodo en la atmósfera de todos en los que había entrado, una mezcla desagradable de espacios reducidos, extraños y alcohol. Se sentían como lugares donde podía pasar cualquier cosa... nada bueno.Y ahora Kirk le estaba diciendo que tenía uno. Lo que significaba que ella también.
Se arrastró detrás de él, permitiéndole tirar de ella hacia las escaleras.
Los recuerdos de la última vez que estuvo aquí volvieron a su mente.Apoyada contra el costado... probando a
Kirk por primera vez... sintiendo el exquisito placer de su toque.
Sintió el calor elevándose en sus mejillas.
Kirk debió haber sentido el cambio en ella porque le apretó las manos un poco más fuerte.-Así es, cariño -le susurró al oído-. Yo también lo recuerdo.
La cara de Mia ardía de vergüenza cuando él abrió la puerta. Ella se agachó cuando entraron, permaneciendo en su sombra.
No estaba segura de por qué. Había una cosa que había aprendido en su corto tiempo en los Bosques de las Montañas: era imposible ocultarle algo a un Alfa.Aun así, no pudo resistirse a mirar desde atrás de su espalda tan pronto como estuvieron dentro. Había más de una docena de Alfas en la habitación. Algunos estaban agrupados alrededor de la mesa de billar, otros alineados en la barra, pero por el momento, todos la miraban fijamente.
Mia no se sentía totalmente cómoda siendo el centro de atención, pero no tenía miedo. Todo lo que tenía que hacer era apretar el brazo de Kirk, y se sentía totalmente segura.
También ayudaba que cuando miraba a todos los Alfas, solo veía curiosidad. No había malicia en sus ojos. Ni ira.
Mia logró levantar la cabeza cuando Kirk la condujo hacia la puerta con bisagras en el centro de la barra. Un indicio de una sonrisa apareció en el rostro del Alfa de cabello oscuro que servía bebidas.-Debes ser Mia -dijo.
Reconoció la voz del Alfa de su porche días antes.
-Y tú debes ser Steve.
Su sonrisa creció. Cogió una toalla de bar y se la colocó sobre el hombro.
-Es agradable conocerte cara a cara al fin.
-Igualmente.
Steve se dirigió a Kirk.
-Te oí hablar ahí fuera. ¿De verdad crees que se van para siempre?
No importaba cuántas veces Mia lo experimentara, se sorprendía de lo bien afinados que estaban los sentidos de los Alfas. La hacía maravillarse en sus límites. A qué distancia podían oír, oler y sentir.
-Christie ha cumplido su palabra hasta ahora -dijo Kirk encogiéndose de hombros-. No tengo motivos para dudar de él.
-Bueno, no seré feliz hasta que cada uno de esos bastardos esté de vuelta sobre la línea límite -se quejó uno de los Alfas sentados en el bar.
-Joder, Buck, nunca eres feliz -se rió uno de la mesa de billar.
-Eso es porque estoy atrapado mirando tu fea cara cada vez que vengo a tomar una cerveza.
La risa llenó el bar.
Mia tuvo que admitir que el estado de ánimo era más ligero de lo que esperaba, pero todavía no estaba totalmente cómoda allí. Al igual que la primera vez que pisó la cabaña de Kirk, estaba claro que estaba fuera de lugar. No podía escapar de la sensación de que no pertenecía.
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🐺Kirk🐺 "Finalizada"
مستذئبLa dejaron por muerta, pero Mia no estaba realmente perdida hasta que su Alfa la encontró. Ninguna mujer viaja voluntariamente a los Bosques de las Montañas Es donde están: los Alfas. Se mantienen así mismos entre lo salvaje, y la civilización Be...