"Cuando dejes de ser inútil, diré que eres mi hermana menor."
Las palabras de su hermano mayor marcaron algo en ella, ahora teniendo un meta para poder ser reconocida por sus dos hermanos mayores se adentra en el mundo de fútbol para ser la mejo...
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"Ginevra Vs Lucyna."
―Buena suerte, Ginevra..~ ― Dijo Lucyna en un tono burlón.
La pelicastaña simplemente lanzó su pelo hacía un lado, deslumbrando las joyas en su cabello.
―No necesito tu suerte, Lucyna. ― Respondió en el mismo tono, con una sonrisa.
Ambas chicas se miraron mientras la rivalidad entre ambas crecían, mucha gente apostaba a ginevra, mucha gente apostaba a Lucyna.
―Yo digo que sí la necesitas, tu bailecito se acaba aquí y ahora. ― La expresión de Lucyna es seria.
Su mirada se oscurecio, mostrándose totalmente fría. Ginevra no sintió temor ante aquella fría mirada, su sonrisa se hizo un poco más grande.
―No lo tomes tan personal cuando te derrote pero no puedo dejar pasar que hayas herido a mi alma gemela. ― Ella apretó sus puños mientras la sonrisa en su rostro se borró.
El silbato dio inicio al partido de Ubers Vs Bastard München.
¡Que inicie la verdadera batalla de chicas!
El balón está en los pies de Kaiser, quién le hace un pase a Ness para él poder acomodarse en algún lugar perfecto y anotar con facilidad.
Sendou intenta atravesarse pero es inútil, Ness logró pasarlo con facilidad. Sin embargo, la formación de Ubers es Ultra-defensiva, totalmente completa que cubre cada zona.
Kaiser parece dar un pase para Ness pero el salta, quién lo recibe es benedict mientras que Alexis puede acelerar con éxito, haciendo de cebo.
El balón cae nuevamente a pies de Kaiser donde parece una oportunidad perfecta para anotar un gol, alguien se atraviesa.
Es nada más ni nada menos que...¡Don Lorenzo!, "El devorador de Ases."
―Yo, Michael. ― Lorenzo logró cortar el pase con una precisión perfecta.
―Tch. ― Kaiser aprieta sus dientes, mirando con desagrado a Lorenzo.
Lorenzo sonríe, mostrando sus radiantes dientes de oro.
―Deja de sonreír lorenzo. Cada vez que enseñas esos asquerosos dientes dorados, me enfado. ― Dice Michael, frunciendo levemente su ceño.
―No te culpo, chico Rosa. Mi hermano y yo somos mucho más que tú y tu perrito.― Ginevra se asoma con gran habilidad.
