La magia de convivir

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Esos años eran de pura rumba o fiestas como dicen. Dylan y yo llevábamos saliendo varios meses pero aún no éramos novios oficiales, a mi me causaba ruido pero no decía nada ya que habíamos quedado en dejar que las cosas fluyeran. 

En una fiesta en la casa de mi mejor amiga fui con él y otros amigos. Nos divertimos exagerado bailando, jugando y hasta cantando. A medianoche nos regresamos y nos quedamos en la casa de una amiga. Era mi primera vez durmiendo con él. Debo admitir que ya iba predispuesta por si pasaban cosas, las cuáles con las horas pasaron. 

El solía venir mucho a mi casa. En un cumpleaños de mi mamá, se involucró bastante con toda mi familia, desde mis abuelos hasta con mis primos. Mi familia es bien selectiva así que les suele agradar pocas personas, mágicamente Dylan les agradó a todos.

Todo con él era bonito, todo me parecía que era perfecto. Al día siguiente, le hice el desayuno y seguimos juntos muchos meses más. En una ocasión también fui a su casa y conocí a su abuela.

Al año siguiente en febrero, hicimos un intercambio de regalos en el cuál le regalé cosas que él siempre quiso y él me dio un regalo especial de igual forma. Yo me considero bastante detallista, así que no suelo dar regalos solo por darlos, me gusta que tengan un significado para la otra persona, para hacerla feliz. Eso quería en ese momento, hacerlo feliz.

Pero como en toda relación formal o no formal empezaron a suceder cosas que le afectaban a uno de los dos.... a mí.

Caminos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora